Siempre se puede mejorar

José M. Fernández PUNTO Y COMA

DEPORTES

21 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

AZinedine Zidane le avalaba su espléndido pasado como futbolista, un período de meritoriaje a la vera de Carlo Ancelotti y unos cuantos meses al frente del filial blanco, en Segunda B. Así, con tan corto bagaje como entrenador, para hacerse cargo del banquillo del Madrid resultó necesariamente decisivo el empeño personal de Florentino Pérez, su valedor y verdugo de su antecesor, un Rafa Benítez al que le hicieron la vida imposible.

Menos de un año después, Zizou se ha revelado como un analista más bien discreto, un conversador plano y un recopilador de vaguedades en el que cuesta encontrar una reflexión más profunda que el «estamos bien» o «siempre podemos mejorar». Pero también ha conquistado la Liga de Campeones, cuenta con un coro de aduladores que ha aplaudido con entusiasmo la inclusión de Casemiro o el «descubrimiento» de Lucas Vázquez -medidas que a Benítez le supusieron severas críticas-, considera inamovibles a Bale, Benzema y Cristiano y está a punto de enlazar la decimoséptima victoria consecutiva en la Liga.

El brillante futbolista se ha convertido en un entrenador de perfil bajo, en un técnico que nunca levanta la voz, tan incapaz de competir con las figuras mediáticas de la plantilla como de elaborar un discurso a la altura de los gurús de los banquillos. Su plan es sencillo, básico incluso: un cierto orden defensivo, respetar la jerarquía y poner a los buenos, a esos que Florentino siempre quiere ver en el campo. Y reconocer que «siempre se puede mejorar». Un perfecto ejemplo de lo que se conoce -también en el fútbol- como sentido común. ¿Y si no hace falta nada más para ser uno de los elegidos?