La macabra épica de los Brownlee

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO LOIS REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Con un golpe de calor, Jonny acabó ido la final del Mundial, ayudado por su hermano y arriesgando su vida

20 sep 2016 . Actualizado a las 08:43 h.

La final del Mundial amanecía con un aviso. Las condiciones de 30 grados -y hasta 29 en el agua- y un 81 % de humedad en Cozumel, en el Caribe mexicano, habían llevado a la organización a sacar una señal negra. Es decir, la prueba se iba a celebrar en condiciones extremas. Todo se le comunicó a los deportistas en la reunión técnica previa. Se cambió la hora de la carrera. Y se aumentaron los avituallamientos. Varias advertencias para los bregados triatletas que se habían clasificado para el desenlace a diez carreras por todo el mundo. El subcampeón olímpico, Jonnathan Brownlee, debía ganar y que el líder provisional, el mallorquín Mario Mola, no pisase el bronce. El plan del inglés, esta vez con su hermano Alistair como gregario, había salido redondo. El español había quedado muy rezagado, a un minuto y 21 segundos después de 1.500 metros a nado y 40 kilómetros sobre la bici, lejos del podio. Y el británico asestó un último ataque para distanciar a Henri Schoeman y volar hacia la meta. Pero su cuerpo colapsó a 400 metros de la llegada por un golpe de calor, según todos los síntomas. A partir de entonces, con las cámaras como testigo para medio mundo, ofreció un espectáculo macabro.

Empezó a balancearse, a bajar el ritmo, a avanzar en eses. Parecía a punto de desplomarse. Ya caminaba cuando se detuvo y un auxiliar de la organización lo abrazó para evitar una fatal caída. Al instante apareció su hermano, Alistair. En un gesto con un barniz fraternal, pero envuelto en un infantil efectismo e irresponsabilidad. En una maniobra que la interpretación del reglamento puede considerar ilegal. Tanto por parte de uno, al recibir ayuda para llegar a meta, como del otro, al adulterar la carrera impulsando a un tercero. Schoeman los adelantó al instante y el Mundial, en principio, ya estaba perdido para Jonny. Pero Alistair insistió en completar el camino sobre la alfombra azul. Llevando con una mano el brazo del pequeño sobre su hombro y sujetando su espalda con otro. Un último empujón dejó al enfermo tirado justo unos centímetros delante de la línea de meta, con los ojos cerrados, ido, hasta que un auxiliar derramó agua en su nuca. Cuarto entró el sudafricano Richard Murray y quinto, como nuevo campeón del Mundo, terminó Mola. Jonnathan Brownlee había puesto en riesgo su vida y, según el reglamento, debía haber sido detenido en cuanto se vio que su salud corría peligro. 

Amigos de la temeridad

Los Brownlee se caracterizan por sus entrenamientos y estrategias salvajes. Por eso se le atribuyen tantas lesiones. Por eso han sufrido épicos colapsos. Como el de Alistair en las Series Mundiales de Londres 2010, cuando cayó de la cabeza al décimo puesto en apenas unos metros y cruzó la meta zarandeado. O Jonny en los Juegos de Londres, cuando fue atendido en la enfermería en cuanto terminó la carrera.

El hermano menor reconoció después de la cita de Cozumel que quizá no se había hidratado lo suficiente. Omar González, que entrena al talaverano Fernando Alarza -bronce del Mundial- en Pontevedra, explica su plan de alimentación en México: tres geles en el calentamiento, dos en la bici y otro de repuesto, y doble toma de 750 mililitros de agua con sales e hidratos.

Alarza reclamó la descalificación del protagonista por recibir ayuda para llegar a meta

Fernando Alarza cruzó la meta de Cozumel en la octava plaza, lo que le dio el bronce del Mundial. Pero la entrada en meta de Jonnathan Brownlee, ostensiblemente ayudado por su hermano, propició una reclamación de la Federación Española de Triatlón, al subrayar que no había cruzado la línea de llegada por su propio pie. Pero los jueces desestimaron la queja. Si llega a prosperar la petición, el deportista afincado en Pontevedra habría conseguido, a sus 25 años, el subcampeonato del Mundo, el mejor resultado de su carrera.

Mario Mola releva a Gómez Noya en el Mundial después de ganar cuatro citas este año

El quinto puesto en la final del Mundial en Cozumel bastó a Mario Mola para hacerse con el título de campeón por primera vez en su vida. El triatleta mallorquín, que ya había sido subcampeón en los dos años anteriores y tercero en el 2013, había ganado cuatro pruebas del circuito de esta temporada: Adu Dabi, Gold Coast, Yokohama y Hamburgo.

Mola reconoció que su primer Mundial no llegó de la forma perfecta. «Si hubiera tenido que soñar con una carrera, no hubiera sido esta, pero así es el deporte. Todos éramos conscientes de la dureza de la meteorología, con humedad alta. Hacía la prueba muy dura. Los Brownlee tensaron la cuerda durante la competición y tuvieron la mala suerte de que el cuerpo de Jonathan desconectara», señaló.

A los 26 años, Mola releva a Javier Gómez Noya como campeón. El ferrolano, que en este 2016 condicionó toda su preparación para volcarse en los Juegos, y terminó renunciando a Río por una fractura en el radio, había subido al podio en las nueve ediciones anteriores del Campeonato del Mundo. Desde el 2007 encadenó cinco títulos, tres subcampeonatos y un bronce, el mejor palmarés de todos los tiempos.

El primer español en ganar el Mundial fue Iván Raña. El ordense se colgó el oro en la cita de Cancún del 2002 y abrió el bum de este deporte en Galicia. El impacto de Raña primero y Gómez Noya después hizo que las licencias se multiplicasen casi por nueve a nivel autonómico (de 212 a 1.801) y por más de siete a nivel estatal (de 4.036 a 29.740).