Un campeón modelado por su antecesor

DEPORTES

XOAN CARLOS GIL

Marcos Serrano, que ganó en 1999 la Volta, entrena al vencedor de este año, el también redondelano Blanco

20 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Nacieron en Redondela con 22 años de diferencia y hoy uno entrena al otro. Samuel Blanco se convirtió el domingo en vencedor de la Volta a Galicia 17 años después de que su técnico, Marcos Serrano, fuera el último en ganar esta prueba siendo profesional. Los dos admiten que en cierto modo ha sido una sorpresa. Y el gran éxito que el Rías Baixas llevaba tiempo persiguiendo.

«Me encontraba bien, sabía que podía estar delante, pero luego puede pasar de todo», señala un pletórico Samuel Blanco que ha puesto «la guinda al pastel» en su primera temporada en el club. «Es un corredor que tiene ganas de ser ciclista, y con eso está casi todo dicho», incide Serrano. Pero se extiende más: «Se cuida, trabaja, quiere aprender, es buen escalador, buen contrarrelojista... Quizá no pensaba que le fuera a llegar tan pronto. Es un gran paso para él y para un club modesto como nosotros en el que le hemos intentado moldear con nuestro toque».

Marcos no quiere compararse con su deportista, pero Samuel no niega que «es un honor» sucederle en esta ronda y ojalá que en más. «Él fue un gran corredor que ganó no solo esta prueba, sino también muchas otras. A mí me encantaría que llegara alguna opción profesional en el futuro y tengo esperanza de que ocurra», dice este estudiante de 22 años.

La ilusión es compartida, porque si un objetivo tiene el mayor de los dos redondelanos es «sacar adelante ciclistas gallegos». «Disfruté tanto de mi etapa siendo profesional que ahora lo que quiero es que estos ciclistas jóvenes puedan tener vivencias parecidas». De hecho, su idea era mantenerse al margen una vez consumado el triunfo y que fuera un momento para ellos. «Les dije algo que no cumplí, y era que a los cinco minutos de terminar, con el trabajo hecho, quería estar en mi casa con mi mujer tomando un café. No me dejaron. Tengo que reconocer que alguna lágrima cayó», admite Marcos.

Y eso que ni él ni Samuel, confiesa este último, son de mucha efusividad. «Somos parecidos, no de muchas felicitaciones ni nada de eso. No hace falta», asegura un Blanco que se acordó mucho de su familia, su pareja y de todos los que le ayudaron a llegar hasta lo más alto de ese podio. «Me cambié del Froiz para tener oportunidades y han llegado. Es cuestión de suerte, de que te salgan las cosas, pero también de trabajo, confianza y madurez. Y en todo eso aquí he ganado».

Marcos destaca también esa evolución de Blanco, quien «estuvo delante en todos los cortes y no se hundió el día que parecía que tenía el maillot perdido». Ese día, señala, fue el que menos instrucciones le dio: «Le dejé ser él mismo. Le decía a su padre que les veía nerviosos por defender el liderato, que nunca es fácil, y me dio un poco de miedo. Y recordaba que cuando me pasó a mí, apreté el culo para no fallar a mi gente y lo logré».

Blanco y Serrano coinciden en que ha sido «un triunfo de equipo» por el apoyo que le brindaron sus compañeros y que resultó clave. Esperan que el primero de muchos.