Once medallas de gracias

Alberto Blanco TRIBUNA

DEPORTES

22 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Por todo lo entregado. Por lo conseguido. Por hacernos soñar. Por vivir este deporte desde lo más alto. Por romper barreras. Por escribir en oro, plata o bronce la historia de un país acomplejado. Ya nunca seremos lo mismo. España de baloncesto rompió la genética del pequeño, rechoncho, futbolero. Todo ello resumido en un partido para dejar huella. Para marcar el territorio definitivo de estos superhéroes.

En el último tango olímpico de Pau, Navarro, Calderón, Felipe y su cuadrilla, la cosa terminó como debía hacerlo. Con épica. Con sufrimiento hasta el último segundo. Recordaremos aquellos paseos sobre Francia, Grecia, Alemania, eternamente. Es el otro modo de ganar. El martillo pilón. La selección española de baloncesto.

Ayer vimos todas las caras del equipo. Con Pau Gasol a la cabeza. Tirando de números de extraterreste. Haciendo gigante su leyenda. Bien arropado por Mirotic en el inicio, orientado por Sergio Rodríguez, Llull o Rudy desde fuera. Con Claver en su mejor aportación del torneo. Y Scariolo manteniéndose fiel a su línea.

Esa suma sirvió para dejar a Australia fuera del podio. Y deben irse con un jarro de agua fría porque han jugado de maravilla este torneo. Supieron en dos minutos resolver una grave vía de agua y un parcial de 10-0 antes del descanso, puso el encuentro en un tiovivo. Tal vez, dos medallas de bronce, debían ser lo justo. Pero el deporte es así de bonito. Y de cruel.

En nueve segundos pasas de la gloria al infierno. Se llama baloncesto. El gancho de Baynes debió poner patas arriba Sídney. Dos libres del Chacho y una perfecta defensa, provocaron lloros, gritos y bocinazos en toda España. Así termina esta historia. Narrada desde el corazón. Ese músculo que los muchachos hacen en la palabra EQUIPO.

Alberto Blanco es entrenador ayudante en el Lietuvos Rytas.