Remando con cuatro sentidos

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

DEPORTES

Joseba Cuña

El Club Remo Virxe da Guía de Vigo es pionero en cursos para invidentes en España

25 jul 2016 . Actualizado a las 18:29 h.

Saben que nunca antes se había hecho en España y no tienen constancia de ninguna experiencia similar en el mundo. Pero el club vigués de remo Virxe da Guía se lanzó hace tres meses a la aventura de organizar un curso de su disciplina destinado a personas invidentes y este fin de semana alumnos y organizadores han vivido emocionados el bautismo de mar de los primeros. Una experiencia que califican como «única».

«¿Cómo le explicas a alguien que no ha visto un barco en su vida de qué estamos hablando?», se pregunta el impulsor de la idea y monitor de estos remeros, José Manuel Melón, Sony. Y enseguida se responde: «Les cogemos y les dejamos que toquen mucho, que perciban, que sientan. Y luego estamos nosotros para guiarles». Sony contactó con la ONCE para presentarle su proyecto como un paso más en su filosofía de club integrador. «La esencia es formar personas, más que a buenos remeros. Sabíamos que nosotros les íbamos a enseñar, pero también que íbamos a aprender mucho de ellos, a empatizar. Y así está siendo».

Los miembros del club encargados de esta actividad recibieron un curso de la ONCE, que aparte de enseñarles cómo tratar a estas personas -desde la colocación de los elementos en las instalaciones hasta ciertas muletillas que conviene evitar, por poner algunos ejemplos- les indició algunas reformas que tenían que hacer en el club antes de poder acoger a los futuros remeros.

Una vez estuvo todo listo, comenzaron el curso tres meses atrás, sin ponerse plazos de cuándo sería el momento de salir al mar. «Empezamos con una parte teórica y luego comenzamos a trabajar el físico, con el gesto técnico y el desarrollo en el foso con agua donde se simula la actividad del remo», relata.

El sábado fue el día de pasar a la acción. «Estaban nerviosos. En el foso ni el agua ni el banco se mueven. El mar es un medio natural que se balancea y donde no hay el mismo control. Pero quedaron encantados y todo salió a la perfección». Remaron hacia el medio de la ría «haciendo lo que llamamos rodar o cargarse, lo que hace cualquier remero a principio de temporada para ir sintiendo el barco y el mar».

Su idea es que si alguna de estas personas tiene condiciones y ganas, se integre en sus conjuntos de competición como uno más. «No queremos hacer un equipo de invidentes ni mucho menos. Buscamos integrarles como con el resto, que alguno vale y muchos otros no, o lo dejan porque es un deporte muy sacrificado».

«Volví a sentir cosas que creí que no sentiría de nuevo tras quedarme ciego»

Rogelio Oujo fue uno de los invidentes que remaron el sábado. Él, que perdió la visión con 42 años y ahora tiene 58, había practicado este deporte muchos años atrás, cuando realizó el servicio militar en la marina, pero nunca desde que se quedó ciego. «Es muy positivo y muy de agradecer que a personas con capacidades mermadas nos den la oportunidad de disfrutar de experiencias como estas. Jamás pensé que después de quedar ciego podría hacerlo de nuevo».

Oujo asegura que tras perder la visión ha tenido que enfrentarse «a muchos obstáculos en la vida». Y así ha aprendido a ser muy cauto. «Cuando no me siento seguro o veo que puedo correr riesgos, soy el primero que tomo medidas y doy un paso atrás», expresa. Algo que para nada le sucedió al subirse en la trainerilla. «Con el remo me sentí seguro en todo momento, con unos monitores que se volcaron con nosotros, se involucraron y nos lo pusieron muy fácil. Me hicieron sentir cosas que pensé que no iba a volver a sentir», recalca.

En el caso de Rogelio, que volverá en septiembre, la experiencia no irá más allá del ocio, sin embargo ya cuentan con una chica que consideran que tiene condiciones para remar con el equipo femenino. «Actuaría como boga, que es la que marca de primera el ritmo de la palada y a la que todos siguen. No importa que no vea, porque la ciaboga la hace el patrón». Otros inconvenientes de la no percepción visual son salvables. «Una vez tienes la técnica interiorizada y facilidad para aplicarla, existen topes en el remo que marcan la inclinación de la pala para saber en qué posición está. Y el patrón también puede dar alguna indicación en un momento dado».

Más concentración

Recuerda Melón que uno de los ejercicios habituales de los remeros consiste en practicar con los ojos cerrados. «En general es cuando más se concentran, porque no se despistan con gaviotas ni con las chicas de la playa», dice divertido. Ente los remeros que han tenido hay desde varios de nacimiento a una mujer que se quedó ciega a los 18 años tras dar a luz u otros por enfermedad. «Es un mundo complicado, son gente con una vida muy dura de la que hemos aprendido mucho. Nuestra satisfacción es que nos dicen que no solo se han sentido remeros, sino que con esta actividad, remando con deportistas de nuestros equipos, se han sentido personas, como uno más».