El fútbol y los tiempos modernos

Raúl Caneda

DEPORTES

10 jul 2016 . Actualizado a las 18:11 h.

Cuando hace veinte años empezamos a recibir las primeras noticias sobre el fútbol en Japón nos parecía grotesco el que allí no eran aficionados a los equipos, sino que seguían a los jugadores a modo individual. Reducir la afición al fútbol a seguir jugadores con la misma devoción neurótica con la que se admira a actores o cantantes nos parecía ridículo. Nos equivocábamos, aquello era la modernidad y nosotros los antiguos. Lo que nos parecía tan casposo ya está aquí.

El terreno está abonado además para esta invasión de la frivolidad. Donde antes para llegar a una final había que eliminar con absoluta seguridad a grandes equipos, dejando para el recuerdo partidos excepcionales, ahora se puede llegar a una final si el cuadro es favorable sin haber vencido a ningún equipo realmente poderoso. Han cambiado los valores. Donde antes se buscaba saber quién era el mejor para regocijo del aficionado, ahora se busca expandir un negocio global. No es extraño así que la opinión y todo lo que está relacionado con el fútbol se haya reducido a un pim pam pum banal en torno a nombres propios, minimizando un arte y una manifestación cultural a un sinsentido donde el Balón de Oro ha pasado de ser una curiosidad a la cima del fútbol. Es el fast food que también indigesta la pelota.

España ha sido en los últimos años un oasis en medio del desierto. Ahora surgirá el debate entre intentar seguir siendo algo o volver a ser nada. En realidad, en España nunca ha habido un debate en torno al estilo, salvo cuando se tuvo uno y se consiguió entrar en la historia. La banalidad suele encontrar fácil acomodo y un Cruyff o un Guardiola no aparecen todos los días para rescatarnos de nuestras miserias. Mientras esperamos, asistiremos a lo verdaderamente importante: ¿Quién ganará el próximo Balón de Oro? «Cristiano contra Griezmann será la final», anunciaban emocionados en televisión. Como en Japón. Tiempos modernos.