Un Madrid más alegre y conjuntado

Amancio Amaro TRIBUNA

DEPORTES

27 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un tópico, pero no deja de ser cierto que en una final de Copa de Europa se sufre más en la grada que cuando se viste de corto. Allá abajo, uno intenta dar lo máximo, esforzarse hasta el último suspiro, para alcanzar un sueño. Pero cuando te toca verlo desde la butaca, lo único que puedes hacer es tener fe en los jugadores de tu equipo. Y creo que la final llega en buen momento para el Real Madrid. Con Zidane ha recuperado la frescura, es un bloque más alegre y conjuntado. El nuevo entrenado le ha dado un impulso extra.

Pero no considero que sea favorito. También es un tópico, en este tipo de encuentros no hay favoritos, los dos parten con las mismas opciones. En Lisboa, por ejemplo, la igualdad fue extrema. El Madrid sudó de lo lindo para darle la vuelta a un título que el Atlético había agarrado con la mano. El golpe para ellos fue terrible y la alegría para nosotros, desbordante. Una final europea, ya de partida, es un encuentro emocionante. Sin embargo aquel superó todas las expectativas. Se convirtió en una fiesta del fútbol. Cuando acabó lo único que pensaba es que aquello debía repetirse. Nunca pensé que sería tan pronto. Ahora solo deseo que provoque un entusiasmo similar a la cita de hace dos años en la capital portuguesa.

En cuanto al desarrollo del partido, intuyo que Simeone tratará de adelantar líneas en los primeros minutos, presionar muy arriba para coger desprevenido al Madrid. Pero me parece que no mantendrá esa apuesta durante mucho tiempo. Será un pose para desestabilizar a su rival, que confío entre en el choque con la intensidad que se necesita en este tipo de encuentros. Luego el mando le tocará asumirlo al Madrid, que juega con el peso de la historia a su favor.

EY tengo la impresión de que a los jugadores de Zidane les saldrá un gran partido. Deben centrarse en desplegarse acoplados, para no dejar huecos por los que pueda lanzar las contras el Atlético de Madrid. Y deben ser conscientes de que están donde a cualquier futbolista del mundo le gustaría estar, de que son, como nosotros lo fuimos, unos privilegiados.