Guardiola también tiene su topo

a. bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Kai Pfaffenbach | Reuters

El técnico se queja de la filtración de su agria discusión con los fisios del Bayern

07 may 2016 . Actualizado a las 08:36 h.

«Aquí he sido contracultural. Hemos tenido buenos números, pero me habría gustado jugar mejor». Antes de caer eliminado en la Champions, de que expirase su última oportunidad para conquistar con el Bayern el torneo reservado para los grandes del fútbol europeo, en las palabras de Pep Guardiola ya se podía adivinar ese rastro de amargura de quien se siente un auténtico incomprendido. Su carácter perfeccionista le llevó a librar casi más batallas de puertas para dentro que hacia el exterior. Las más sonadas, con los servicios médicos y los recuperadores del club. El último episodio de este enfrentamiento se libró en el vestuario del Allianz Arena poco después de que el Atlético sellase su pasaporte a Milán. Allí, según desvelaba la prensa local, Guardiola se encaró con los fisioterapeutas y les recriminó que no hubiesen conseguido tener en plenas condiciones a todos los jugadores. «Godín se recuperó enseguida en el Atlético. ¿Por qué no lo lográis vosotros? ¿Por qué con nuestros lesionados siempre lleva tanto tiempo?», dijo el técnico. Uno de los fisios se encaró entonces con Guardiola y le recordó que para ese decisivo partido había tenido a casi todos los hombres disponibles: «Eso no puedes decirlo... tenías a todos los jugadores a tu disposición... a todos... excepto a Robben y Badstuber». En ese instante intervino Ribery para apaciguar los ánimos.

El entrenador catalán compareció ante la prensa ayer en la víspera del choque que le puede proclamar de nuevo campeón de Liga. Y de sus declaraciones se intuye que lo que más le ha molestado al preparador de Sampedor es precisamente que se haya sabido algo que ocurrió en las entrañas del estadio, que Guardiola ha constatado que también tiene un topo, algo que no le había ocurrido en el Barcelona y una situación que desquició a Mourinho en sus últimos días en el Real Madrid.

«La gente que habló quiere disparar contra mí. Esto ha pasado muchas veces en estos tres años... normalmente lo que pasa en el vestuario queda en el vestuario... la gente que habló quiere disparar contra mí, pero no se dan cuenta de que están golpeando al equipo y al club. Yo ya no estaré la temporada próxima, pero ellos sí se quedan (...) Siempre quiero lo mejor para el club, quiero que los jugadores vuelvan lo antes posible», señaló sin un mínimo gesto que dejase entrever que aquello que había aparecido en el Bild no era una verdad como un templo. Guardiola es consciente de que la derrota ante el Atlético, sumada a su adiós para empezar una nueva aventura en la Premier la temporada que viene, ha avivado la llama de sus críticos. Y sabe que con la mayoría de ellos convive en cada entrenamiento. Algunos, incluso, participaron en su contratación. Por eso, reconoció que quiere quedar campeón «lo antes posible». «No será fácil», vaticina, pese a que solo necesita sumar un punto.

En realidad, al hombre de los 14 títulos en cuatro años, al artífice del mejor equipos de todos los tiempos, le habría gustado que el final de su viaje en Alemania hubiese sido el martes con el pitido de Cüneyt Cakir. La manera en que durante noventa minutos había lanzado a sus chicos a tumba abierta hacia el muro de Simeone se convirtió en el réquiem perfecto para enterrar ese sueño.