El COB se va al quinto partido con una exhibición en el Pazo Paco Paz

JACOBO RODRÍGUEZ

DEPORTES

Antonio Cortés

Se impuso al Burgos de principio a fin hasta el defintivo 91-65

02 may 2016 . Actualizado a las 12:41 h.

Nadie sabe qué pasará el próximo martes en el polideportivo burgalés de El Plantío, pero la afición del Club Ourense Baloncesto disfrutó ayer del que pudo ser el último partido de la temporada en el Paco Paz, con un recital del equipo de principio a fin, de esos de los que se tardan en olvidar y sacando de la pista al tercer clasificado de la liga regular. Y todo con el premio añadido de forzar el partido del desempate. 

Posiblemente se vio la mejor versión del COB como local de la toda la temporada, la más completa en ataque y en defensa, pero todo de principio a fin. Comenzando por un Kyle Rowley que hizo justo lo que se le pidió a la hora de su fichaje y lo desarrolló a la perfección, controlando el rebote, con dos consecutivos de inicio en ataque y en defensa. Fue tan intenso como no se le había visto en todo el curso, al menos en lo que se le recuerda en el Pazo. 

Y con ese apreciable detalle empezó a cimentarse un triunfo sin paliativos en el que Zamora lideró las hostilidades en ataque con siete puntos consecutivos, Ander Martínez lo secundó, pero no fue suficiente para abrir brecha en el marcador, porque el Burgos vivió del tiro libre en el primer cuarto, con ocho anotados de los 13 puntos que consiguió en su totalidad. 

La diferencia de criterio arbitral mitigaba la aplastante superioridad cobista, que se plasmó en el marcador en el segundo cuarto con Pedro Rivero, a pesar de sufrir otro marcaje de esos en los que duelen contacto tras contacto, sacó su varita mágica y ofreció minutos de recital como director y anotador. Doce puntos suyos de la mano inseparable de Rejón y su perfecta lectura de cada acción de juego, llevaron al COB a una renta de 17 puntos (42-25) y Burgos empezó a demostrar que está a años luz de intensidad de y lucidez en el juego como para pensar en ganar en Ourense.

Pero la puntilla llegó tras el descanso. Un triple de Rivero ejerció de martillo pilón para los castellanos, que no se levantaron de la lona, tras sufrir golpe tras golpe de un COB desatado y con acierto y clarividencia en ataque que provocaba que todos luciesen. Barreiro desde el banquillo ejerció de justiciero con canastas de mérito que hacían olvidar algunos errores defensivos y hasta Kapelan, desacertado en el triple se sumó a la fiesta, mientras el público disfrutó de la victoria final con mayor comodidad de lo que nadie podía soñar. Ahora toca soñar con una hazaña que casi nunca se dio en la LEB Oro, pero pase lo que pase, la temporada y el último partido en el Pazo serán inolvidables.