«Les dije que fueran a la aventura y arriesgaran»

M. V. F. VIGO

DEPORTES

CEDIDA

El técnico del Mondariz rememora cómo logró empatar su partido con 8 jugadores y tras toda la segunda mitad con 9

02 dic 2015 . Actualizado a las 15:14 h.

Tuvo que llegar el momento de que su equipo se quedara con ocho jugadores para que el técnico del Mondariz, de Preferente, Luis Areda, pensara que el partido estaba perdido para los suyos. Ni con diez ni con nueve había tirado la toalla, y tampoco debió hacerlo tras sufrir tres expulsiones, ya que fue en esas circunstancias como los suyos lograron empatar el domingo en el campo del Porriño Industrial en un choque «heroico», en palabras del preparador.

«No salimos metidos en el partido y a los siete minutos ya perdíamos 2-0», recuerda Areda. Ese fue casi el menor de sus males teniendo en cuenta lo que estaba por llegar. Lograron el 2-1 en el minuto 39 y acto seguido llegó la primera expulsión, «roja directa por un agarrón al último jugador rival», describe el inquilino del banquillo del Mondariz.

A los diez minutos del segundo tiempo llegó un nuevo mazazo. Se quedaban con nueve, en esta ocasión por una doble amarilla evitable. «El jugador se cambió de bota en la banda, pero dentro del campo. Fue un segundo, quitar y poner, pero tenía amarilla, el linier le vio y fue expulsado», relata Areda.

Con desventaja en el marcador y en inferioridad numérica, el entrenador seguía pidiendo a los suyos que empujaran. «El Porriño pudo sentenciar, pero no lograron marcar y nosotros fuimos yéndonos arriba y generando nuestras ocasiones», recuerda. Pero tampoco sus oportunidades se materializaban y, a falta de un minuto para que se cumpliera el tiempo reglamentario, llegó la tercera expulsión, por una mano. «Ahí sí que me dije que con tres menos y en un campo grande como Lourambal el partido había acabado», admite.

No fue eso lo que les transmitió a sus futbolistas, y ellos tomaron nota. «Les decía que siguieran, que apretaran, que fueran a la aventura y arriesgaran, porque no tenía nada que perder». Eso fue lo que hizo él con su planteamiento,  con tres defensas y yéndose todos arriba a la menor ocasión. «Nos dejaron llegar al final con vida y les decía que daba igual perder de tres o de los que fuera, así que les decía que intentaran robar y salir».

Al final la jugada decisiva fue un penalti, pero con suspense hasta el final. «Pegó en uno de ellos y marcamos al rechace», rememora el preparador. Todo, después de toda la segunda parte con nueve y habiéndose acabado de quedar con diez. «Aunque acabaron rendidos, vi tan bien a los jugadores, con tantas ganas y tanta confianza en seguir intentándolo, que me quedaron dos cambios por hacer».

Areda terminó orgulloso de los suyos y entre los aplausos para ellos tanto del público visitante como del local. «Fue heroico, todos merecieron una matrícula de honor. Dieron un ejemplo de la entrega que debería ser habitual en el deporte». Lo celebraron, dice, como si hubieran ganado su Champions particular.