La rebelión del privilegiado

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

La pataleta de Diego Costa por su suplencia se suma a los problemas de Mourinho en el Chelsea

30 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En el mundo de Mou ayer su equipo se exhibió en White Hart Lane. «Fue nuestro mejor partido de la temporada», proclamó terminado el encuentro. El marcador no se dio por enterado: empate a cero y un solo tiro de los blues entre los tres palos. Es cierto que defensivamente, el último campeón de la Premier demostró cierta mejoría y anuló sin sufrir demasiado a un Tottenham que no pierde desde la primera jornada (en casa del United). A cambio, el derbi de Londres resultó grimoso en cuanto a juego. Se produjeron multitud de errores en la entrega y el Chelsea se quedó en un 70% de pases acertados. Cesc, irreconocible, fue el futbolista que más intervino en la medular y cometió varios errores de bulto.

Por delante, los de Mou no encontraron cómo acercarse siquiera a la portería de Lloris, huérfanos de referente en punta. Y ahí estuvo precisamente el morbo del choque. Porque el técnico visitante optó por dejar a su presunto hombre gol en el banquillo y a este no le hizo gracia la idea.

Diego Costa está tan perdido esta temporada como el resto de sus compañeros. Casi todo lo que ha generado en las catorce jornadas de liga han sido problemas. Lleva solo tres tantos (el que más de unos tristes blues) y ya ha protagonizado todo tipo de incidentes. El más grave, una agresión a Koscielny (defensa del Arsenal) que ignoró el árbitro pero no las cámaras y que le costó al ariete tres partidos de sanción. Ayer se quedó sin disputar el cuarto este curso.

Y eso que por momentos pareció estar cerca de saltar al campo, cuando el Chelsea decidió por fin apretar un poco en busca de los tres puntos. El brasileño nacionalizado español pasó muchísimo tiempo calentando en la banda para ver cómo finalmente su entrenador no le daba minutos en el partido.

De vuelta a su silla entre los suplentes, Costa se quitó el peto y lo lanzó, de espaldas, hacia la zona desde donde Mou seguía el duelo. El míster eligió no darse por enterado y minutos más tarde, ya concluido el encuentro, quiso quitarle hierro al incidente.

«Si quisiera hacerme daño no lo haría con un peto», argumentó antes del recado: «Diego ha sido un privilegiado porque lo mantuve en el equipo todos estos partidos». Por si el futbolista de Lagarto lo había olvidado, su entrenador le recordó que «a todos los demás le ha pasado: al capitán Ivanovic, a Cahill, segundo capitán de Inglaterra; a Fábregas y a Pedro también a Oscar; todo el mundo ha estado alguna vez en el banquillo».

«Yo no espero que un reserva esté contento», llegó a justificar el luso, al que se le acumulan los frentes dentro y fuera del equipo. Seguramente el de Costa sea inesperado para el portugués, que insistió en su fichaje por casi cuarenta millones de euros y le sacó el máximo rendimiento en la pasada campaña: 20 goles en 26 partidos. Meses después, el brasileño ha exportado al Chelsea su pobre rendimiento con España mientras prosigue con esas recurrentes rabietas de las que ya no se libra ni Mourinho.