Neymar no para de crecer

Luis César LA PIZARRA

DEPORTES

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un punto en común en casi todos los brasileños que aterrizan en Europa. Su primera temporada no es acorde al nivel de su juego. Es como si pasasen un año con el cuerpo en el viejo continente y la cabeza todavía en Sudamérica. Pasado ese tiempo de adaptación, ya empiezan a rendir con el nivel que se presumía que tenían y que fue el catalizador de ese salto hacia ligas más competitivas. El caso de Neymar no es una excepción. Después de una primera campaña en la que liberó dudas, ahora está portentoso. Se ha convertido en una parte trascendente en el engranaje de un equipo que más que un equipo parece una selección mundial. La acumulación de talento que se da en este Barcelona apenas tiene parangón.

Además, Neymar ha aceptado -o tal vez, se lo han explicado bien antes de venir- ese rol de secundario de lujo. Es consciente de que la gran estrella, el hombre al que venera la afición, el ídolo de masas, se llama Leo Messi. Si hubiese tratado de luchar contra ese estatus, habría librado una guerra en absoluta inferioridad, siempre con todas las de perder. Pero desde ese papel de acompañante de excepción no ha parado de crecer y, sin duda, se ha abierto un hueco entre los mejores futbolistas del planeta. Es joven y es consciente de que el tiempo está de su lado.

Porque, nos guste o no, todo en esta vida tiene fecha de caducidad. Aunque Messi todavía no ha entrado en la treintena, pronto irá a menos. En un mundo tan vertiginoso, si no mejoras, empeoras. Y cuando la edad te va castigando, cada vez necesitas un sacrificio mayor para alcanzar un rendimiento similar. No sé si Neymar algún día podrá sentarse en el trono de Messi, porque, para mí, es el mejor jugador de la historia. Participar en 80 o 90 goles -no solo los que marca, sino en los que sus acciones resultan determinantes- es sobrenatural. Ha revolucionado el ritmo del fútbol. Pero si en este momento se pueden señalar a dos o tres sucesores del argentino, Neymar, sin duda, es uno de ellos.