«El corazón no entiende de derbis»

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

DEPORTES

Iván y Ana, celtista y deportivista, nunca pensaron que compartirían su vida con un hincha del eterno rival

17 nov 2015 . Actualizado a las 09:40 h.

Ella mamó el deportivismo en casa desde niña, lo mismo que le sucedió a él con el celtismo. Nunca imaginaron que acabarían con una pareja del equipo rival, pero los caminos de Iván Carles (vigués, 43 años) y Ana Criado (coruñesa, 33) se cruzaron hace un lustro y desde entonces se toman con humor una anécdota de la que ya han alardeado en derbis tanto en Riazor como en Balaídos. Y enfundados en sus respectivas camisetas. «Si presumimos de que nos va bien juntos así, por qué no hacerlo cada uno con sus colores», se pregunta ella.

Reconocen que los inicios no fueron fáciles y que estuvieron marcados por los piques entre ellos dos y los vaciles de familiares y amigos, que ya nunca han cesado. «Ella es La Turquita y a nuestro perro le pusimos Turco. Mola, porque vas por Coruña y la gente se gira», cuenta divertido. Como se volvieron los celtistas de la grada de Gol del municipal vigués cuando Ana y una amiga se pusieron a saltar en el derbi que los coruñeses se adjudicaron en el último minuto en el 2012. «Hubo algunos silbidos, pero nos partíamos de risa».

Residen en Vigo -«cerca de Balaídos», dice ella resignada- después de que los motivos laborales inclinaran la balanza y, a raíz de hacer vida en común, ambos han cambiado su percepción de la rivalidad futbolística y del otro club, con matices. «Al estar aquí ves que el Celta tiene un proyecto bonito y no quieres que le vaya mal, pero sin que sea a tu costa», reflexiona la deportivista. Su compañero añade que «a todo aficionado le gusta disfrutar derbis en Primera». No obstante, guarda las distancias. «Simpatía no les tengo, pero ya no les veo como el enemigo y por Ana hasta quiero que ganen».

Salvando ocasiones concretas como cuando en junio del 2013 uno u otro conjunto estaba condenado a perder la categoría si permanecía el otro -«quería que nos salváramos, pero lo pasé mal por ella», confiesa Iván-, las bromas sobre si uno tiene equis títulos o sobre si a día de hoy es el otro el que domina son parte de su día a día. En casa las referencias han dejado de estar a la vista. «Cada uno tiene su camiseta en el armario y durante un tiempo teníamos las bufandas colgadas juntas, pero nos cansamos de verlas ahí...», cuenta Carles.

Su novia admite que aún les «cuesta» ponerse en el lugar del otro. «Los dos creemos que el otro lado tiene más odio hacia el propio y más culpa», señala. En cualquier caso, hay algo claro: «El amor no tiene que ver con el deporte y el corazón no entiende de derbis. De crío igual lo ves de otra manera, pero no vas a dejar de querer a alguien por esto».

El futuro «hijo rarito»

La pareja admite que de cara al futuro tienen una materia pendiente. «Casarme en A Coruña y que mi hijo nazca allí creo que no lo voy a llevar del todo bien», indica Iván. Incluso ha amenazado con «coger el coche» y llevar a su chica «por lo menos hasta Padrón», cuenta ella a carcajadas.

El celtista quiere un hijo que también lo sea, algo en lo que la futura progenitora discrepa. «¡De mi cuenta de ahorros no sale dinero para una equipación celeste! Además, con padre vigués y madre coruñesa ya va a ser el rarito, así que mejor no presionarle». Mientras llegan esos momentos, volverán a vivir el derbi del sábado como los de los últimos cinco años: con sus camisetas puestas y, sobre todo, juntos.