Gabriel cumple su increíble promesa

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Marcos Míguez

El jugador portugués del Oar Coruña regresa a las pistas tras superar un cáncer en cinco meses

08 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«No valgo para ver los partidos desde la grada». A todos los jugadores les gusta saltar a la pista, manosear el balón cuando el frenesí de la competición acelera el pulso, pero Gabriel de Melo Teixeira (Viseu, Portugal, 1988) quizás tenga más ganas que ninguno. Aunque se afana en restarle importancia, acaba de vencer a un enemigo voraz. «Creo que la palabra cáncer se ha estigmatizado en exceso, es una enfermedad y tiene su tratamiento. Solo hay que pensar en seguir hacia adelante cada día», señala. «Nunca lo vi como algo de vida o de muerte», reflexiona. Un TAC hace dos semanas confirmó que la quimioterapia había eliminado por completo los tumores que habían brotado en su organismo y este fin de semana volverá a hacer lo que más le gusta, lo que lleva haciendo desde que tenía diez años: jugar a balonmano.

Atrás deja momentos complicados y tampoco lo esconde. «Al principio cuando te dicen que vas a empezar un tratamiento de este tipo supones que será duro, pero no lo sabes bien hasta que de verdad lo notas en el cuerpo», comenta. «Había semanas en las que no podía recorrer ni 20 metros sin vomitar... pero luego, a la semana siguiente, ya notaba que estaba algo mejor y me comía una pizza, que sabía como una pequeña victoria», relata. Durante esa fase compleja su principal sustento fue su pareja, María Ibarra. «Ella lo aguantó todo».

De hecho, Gabriel no le quiso decir nada a sus padres. «Sé que fue una decisión algo egoísta por mi parte, pero tenía que volcarme en recuperarme y entendía que no podía estar pendiente de la preocupación de mis padres en Portugal». Este verano, cuando en julio ya tuvo el primer TAC que confirmaba que todo iba por el buen camino, regresó a casa: «Mi padre no me creía. Me veían con el pelo más cortito de lo normal, pero no me creían... Así que tuve que sacar el recorte de periódico con el reportaje que me habíais hecho».

«Gabriel es un luchador de verdad, un ejemplo para la sociedad. Jamás quiso que nos compadeciésemos de él. Se volcaba en lo que deberíamos hacer todos, levantarnos por la mañana con el máximo de energías para solventar todos los problemas que se nos presentan». Quien habla es el entrenador del Oar, Pablo Aguirregabiria. «En el grupo de Whatsapp que teníamos -comenta- fue impresionante ver cómo Gabriel pasó de perder kilos, de estar tremendamente delgado, a, poco a poco, empezar a engordar de nuevo y de ahí a entrenar, a trabajar, a ponerse en pie a las siete y media de la mañana y mentalizarse que no solo iba a recuperar el nivel físico que tenía antes de la enfermedad, sino que iba a ir un paso más adelante». Hoy tiene un rol en el vestuario que nadie se habría imaginado «cuando vino a pedirnos si le dejábamos entrenar mientras estaba estudiando veterinaria en A Coruña con una beca Séneca». Ya es un líder, un referente. «En agosto organizó una churrascada y no faltó nadie. Hubo gente que aplazó viajes, compromisos importantes... pero todos estábamos seguros de que no nos queríamos perder ese día tan especial».

En verano, minutos después de que en el servicio de Oncología del Materno le avanzaron que todo apuntaba a que había ganado una de las batallas más importantes de su vida, Gabriel salió del hospital y puso rumbo al gimnasio de su compañero Lozano. «Le pedí que me entrenase, quería volver lo antes posible». Y al inicio de agosto ya arrancó la pretemporada con sus compañeros.

Durante todos estos cinco meses nadie se enfundó el dorsal 3 del Oar Coruña. Un gesto que caló hondo en el luso. «La verdad es que no me lo esperaba, es una muestra del enorme cariño que me tienen». Y nadie lo volverá a hacer nunca. «Por todo lo que representa, por lo que nos ha enseñado a todos, este será siempre el número de Gabriel», añade Pablo Aguirregabiria. «Sé que no puedo bajar la guardia, que me chequearé cada dos o tres meses, y que puede que un día me encuentren otra vez algo», explica el jugador. «Pero sea ahora o dentro de cincuenta años, ese día estaré listo para volver a pelear».