Plasticidad contra solidez en la Arthur Ashe

Fernando Rey Tapias LA PIZARRA

DEPORTES

13 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Son muy diferentes, pero comparten muchos objetivos comunes. Ambos han perseguido ser número 1, ganar el máximo de torneos importantes y pasar a la historia del tenis como referentes de una época. Todo lo han logrado. Los seis años que los separan posibilitan una clara ventaja de uno sobre el otro en títulos de grand slams, pero solo el tiempo nos dirá si esa supremacía se mantiene.

Se han enfrentado 41 veces con un balance igualadísimo de 21-20. Ambos se han ganado mutuamente en los cuatro grandes, logro que ningún otro jugador ha conseguido hacer con ellos. Ambos suman 24 victorias en torneos Masters 1.000, solo superados por Rafa Nadal. Ambos encabezan en estos momentos la clasificación mundial y van a disputar una de las finales con mas expectación del US Open. Y esa expectación está generada porque en ella se van a enfrentar un Novak Djokovic que busca aumentar su palmarés y refrendar su supremacía, frente a un Roger Federer que, a sus 34 años, está ofreciendo su mejor versión, el nivel que le llevó a batir todos los récords de la historia del tenis.

En la Arthur Ashe neoyorquina se van a medir la clase, la variedad de golpes, la plasticidad de movimientos y el juego de ataque, contra la solidez, la consistencia, el ritmo y la competitividad elevada a su máximo nivel. El bailarín contra el gladiador; la facilidad contra la regularidad.

Roger llega en un estado de forma excepcional, a un nivel que pocos creerían que podría recuperar a sus 34 años, no solo rememorando sus mejores cualidades de antaño, sino incorporando novedades como su resto dentro de la pista. Al principio del torneo seguro que su máxima preocupación, si todo iba bien, era no desgastarse en una semifinal que lastrase su estado físico para el partido decisivo. La realidad ha superado sus mejores expectativas y alcanza la cita estelar sin desgaste alguno y con la enorme confianza de que todo su potencial funciona a la perfección.

El serbio no ha lucido tanto, aunque tampoco ha sufrido desgaste, y es sabida su transformación en partidos importantes, con pocas concesiones y su mejor tenis.

El pronóstico no es fácil. Federer es el favorito del público, y el deseo de una gran mayoría de aficionados es verle levantar el trofeo, en justa compensación a todo el espectáculo que está ofreciendo, a pesar de su edad y de todo lo que ya ha logrado. Si el partido fuese al mejor de tres sets, sus posibilidades serían mayores. Al jugarse al mejor de cinco, y teniendo en cuenta los precedentes, tendrá muchas más opciones si el partido no se alarga.

El suizo tratará de llevar la iniciativa y dominar con su derecha. El serbio querrá mandar con su revés cruzado, alargar los puntos y endurecer el juego. Como en la semifinal ante Wawrinka, los porcentajes de primeros saques serán muy importantes. Un partido entre dos rivales que se conocen a la perfección, dos de los mejores tenistas de la historia, que buscan un mismo fin, pero en distintas circunstancias.