Victoria con mensaje

Gaspar Rosety LA VOZ

DEPORTES

22 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Para muchos, la derrota de Joan Laporta ante Josep María Bartomeu se entenderá como un golpe electoral al independentismo. Sinceramente, no leo estas elecciones en clave políticas, aunque algo de ello pueda interpretarse. El socio del Barça ha enviado varios mensajes, de suficiente claridad y alcance para que sean tomados en cuenta. En primer lugar, ha renunciado a lo que significan Cruyff, Guardiola y otras personas que otorgaron un paso glorioso a la institución. Quizá el votante se ha cansado de ciertos referentes que parecieron estar siempre por encima del club  a través de una omnipresencia indeseada en la medida e intensidad en la que se han producido. En cierta medida, decir no a Laporta ha sido decir no a volver a cambiar. Parece evidente que la sociedad, en general, catalana y española, está ávida de cambios pero ni de todos los cambios ni a cualquier precio. Por este motivo, posiblemente, ha preferido entender que ya ha habido suficientes variaciones desde Laporta y Rosell y ha optado por reafirmar el último cambio, el de Bartomeu, que es novedad en sí mismo y ha sabido gestionar su campaña desde la presidencia.

Como expliqué en mi último artículo, Laporta basó la campaña en su personalidad y carisma, en su capacidad de llegar al socio y a la calle, en mayor amplitud, con propuestas de contragolpe. No a Catar, no al presidente imputado, no al desmantelamiento de La Masía, no, no y no a los últimos hechos vivido en Can Barça. He percibido la sensación de que el expresidente ha hecho campaña como si fuera contra Rosell en lugar de a favor de su candidatura. Y quizá esa interpretación también haya sido percibida por el socio.

En cualquier caso, los tres mensajes han llegado a destino y Bartomeu debe ser consciente de que Catar desagrada al votante, que a nadie le gusta ver al club o al presidente en el juzgado ni que La Masía, haya perdido protagonismo. En este aspecto, la apuesta por Pogba iba en contra de la propia opción de Laporta porque los 80 millones disparaban uno a uno tiros contra la cantera.

Bartomeu ha ganado desde su perfil bajo, desde su posición de hombre correcto, educado, estratega inteligente, hombre de tacto, que basó su campaña en la estabilidad y los hechos al firmar renovaciones y altas apuntalando el período más complejo de su mandato ante la sanción de la FIFA.  Ha transmitido paz contra la personalidad agitada de su rival y ha ofrecido propuestas positivas. Laporta no ha perdido por defender la causa independentista, que tampoco parece suficiente para gobernar la mayor institución catalana, sino porque su oferta no gozó de la contundencia y profundidad necesaria para vencer en una elecciones. Fue un presidente excelente en su cercano tiempo pero, en esta oportunidad, el socio ha escogido el último cambio que le impusieron y la estabilidad de los últimos meses, unida a los triunfos deportivos al mismo tiempo que Freixa se ha postulado para el futuro.