Muguruza y el partido de su vida

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO LOIS REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Debuta en una final en la catedral de Wimbledon ante la rival más potente

11 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La confirmación de Garbiñe Muguruza entre la alta realeza del tenis no podía tener más alicientes. A los 21 años, la hispanovenezolana juega el partido de su vida, aunque probablemente aún no lo sepa. Llegarán otros títulos, sufrirá otros palos, pero nada será imaginable a la detonación de un encuentro en la catedral del tenis, con toda la liturgia de Wimbledon, frente a la tenista más laureada de la época. Gane o pierda ante Serena Williams esta tarde (Canal +, 15.00) habrá abierto definitivamente una era en el tenis español, porque encarna un nuevo molde como pegadora. Un triunfo le abrirá de par en par las puertas del futuro, y una derrota dejará pendiente de confirmación el fantástico porvenir que se intuye cuando se enfrenta a situaciones delicadas con esa valentía que solo tienen las elegidas.

Muguruza, hispanovenezolana, número 20 del tenis mundial y una de las jugadoras con un ascenso más prometedor, juega su primera final de un grande. Y aunque nadie pisa la hierba de Wimbledon sin sentir un cosquilleo, Serena Williams disputa su octava final en la catedral como quien cumple con su trabajo. De hecho, hace más de una década que parece de vuelta de todo. Con 20 grandes -cinco de ellos en Londres-, 24 finales de majors en su maleta y una personalidad fortísima, surge, quizás, como el peor rival para Muguruza. Todo lo que luce la hispanovenezolana, lo tiene también su rival. Si Garbiñe juega valiente, Serena compite con osadía, si Garbiñe le pega a la bola, Serena la revienta. Pero a la estadounidense, también un Guadiana con desapariciones inquietantes, le falta el alimento que hoy empuja a su rival al otro lado de la red: hacer real el sueño de toda una vida.

Serena, con esa furia dispersa, solo perdió cuatro de sus 24 finales de grand slams, un dato que ilustra su gen competitivo en los días decisivos. Y cuando jugó su primer partido en Wimbledon, cuando se marchó lesionada de un encuentro de tercera contra la madrileña Vivi Ruano, Garbiñe Muguruza lucía aún la cara de una cría de solo cuatro años.

De Conchita a Garbiñe

El duelo remite en parte a la última final de una española en la catedral de Wimbledon. En 1994 Conchita Martínez ganó su único grande al derrotar a otro icono vivo del tenis, Martina Navratilova, entonces ya con 38 años, por 6-4, 3-6 y 6-3.

«Es un momento muy especial, quiero disfrutar y ganar», dice la española

«Voy a disfrutar, va a ser el mejor día de mi carrera», dijo ayer la española Garbiñe Muguruza sobre su enfrentamiento ante la número uno del mundo, Serena Williams, en la final de Wimbledon. «Quiero disfrutar porque es un momento muy especial, pero también quiero ganar», aclaró Muguruza en la previa de la gran final en la catedral del tenis del All England Club.

La tenista nacida en Caracas no mostró señales de tensión al tener que jugar ante una campeona de 20 grand slams. De buen ánimo y distendida, volvió a despertar risas en el auditorio de medios internacionales con sus referencias a sus gustos culinarios y musicales. «Soy de hacer postres dulces, he probado otras cosas pero he sido un desastre. Soy de ver películas, siempre escucho música, llevo los altavoces en el bolso, escucho de todo: ópera, reggae, regetón...», comentó risueña Muguruza, de 21 años.

Luego, sobre la final, analizó: «Creo que puedo ganar, creo que estoy jugando bien. Es cierto que es duro, pero creo que debo pensar en que tengo que ganar». ¿Cómo le jugará a Williams? «Debo ser agresiva, Es el juego que tengo que hacer. Con todas, no solo con Serena, es mi estilo. Tengo que enfocarme e intentarlo en cada partido», añadió.

Serena Williams domina el historial con dos victorias a una sobre Muguruza, pero el duelo que la española le ganó en Roland Garros 2014 le ha dejado recuerdos a la número uno. «Fue una derrota que me ha abierto los ojos. He aprendido mucho y creo me he jugado mucho mejor después de eso. A veces, aunque no quieras perder en un grand slam, sirve como experiencia», reconoció tras alcanzar su vigésimo quinta final de un major.