Blatter es reelegido como presidente de la FIFA

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DEPORTES

WALTER BIERI / Efe

El mandatario fue elegido después de que el otro candidato, el jordano Ali Bin Al Hussein, retirase su candidatura tras la primera ronda

29 may 2015 . Actualizado a las 22:16 h.

El suizo Joseph Blatter sobrevivió al escándalo de corrupción que sacude la FIFA desde el miércoles y logró este viernes la reelección como presidente de la organización, después de la renuncia de su rival, el príncipe jordano Ali, a concurrir a la segunda vuelta.

En la primera, Blatter había dominado con claridad con 133 votos por 73 de Ali, pero no había conseguido llegar a los 140 que marcaban el límite de la mayoría requerida de dos tercios. En la segunda le bastaba ya con mayoría simple y Ali decidió abandonar antes de tener que repetir una votación que se presentaba como un mero trámite antes de la victoria del actual presidente.

«Asumo la responsabilidad de recuperar la imagen de la FIFA. Juntos lo podemos hacer», afirmó Blatter desde la tribuna de oradores tras ser proclamado vencedor de la elección presidencial. «En esta ocasión somos conscientes de que hay que solucionar problemas en la FIFA», reconoció, asegurando que cuando abandone el cargo en el futuro dejará «una FIFA más fuerte» a su sucesor.

FÚTBOL FIFA (Reacciones)

Figo: «Hoy fue otro día negro. Perdió la FIFA y sobre todo perdió el fútbol»

El exfutbolista portugués Luis Figo, que hace unos días retiró su candidatura a la presidencia de la FIFA, aseguró tras la reelección de Joseph Blatter que «hoy fue otro día negro en Zurich», en el que «perdió la FIFA, pero sobre todo perdió el fútbol y todos aquellos que verdaderamente se preocupan por él.

«Esta votación sólo sirvió para avalar la elección de un hombre que no puede mantenerse a la cabeza del fútbol mundial. Contrariamente a lo que Señor Blatter dijo, los acontecimientos del pasado miércoles no manchan el fútbol, sino la FIFA y los funcionarios que condujeron la organización hasta aquí. El fútbol no es culpable de que los líderes del órgano máximo que debería regularlo no tengan integridad, ni carácter», afirmó.

En su cuenta de facebook Figo afirmó que «no se puede liderar la FIFA haciendo tabla rasa de las reglas más elementales de transparencia, legalidad y democracia« y señaló que la reelección de Blatter »muestra que la organización está enferma». «El señor Blatter conocía y toleraba actos de corrupción y tráfico de influencias, o si no sabía -como él dijo- es porque no tiene la capacidad para dirigir la FIFA. No hay otra manera de ver el problema», agregó.

Figo habló de «reacción lamentable y cínica de Blatter» por decir que «no puede controlar a todos. Ofende a la inteligencia de todos nosotros. Fueron estas personas que él promovió desde hace años y que con él, hicieron la FIFA lo que es hoy, un organismo decadente». «Si Blatter se preocupase mínimamente por el fútbol, habría renunciado a presentar su reelección. Si tiene un mínimo de decencia, tendrá que renunciar en los próximos días», añadió.

Figo afirmó no arrepentirse de nada después de «luchar, insistir y esforzarse por la regeneración de una organización que tiene que cambiar de rumbo. Vivimos una situación de emergencia, y el fútbol es el principal perjudicado por la situación actual». «Lo que hice fue denunciar lo que he experimentado directamente. Volvería a hacerlo y permanezco disponible para ayudar la FIFA a levantarse de todo eso», concluyó.

Blatter, presidente inmutable contra viento y marea

oseph Blatter renovó su mandato como presidente de la FIFA después de 17 años en el cargo y de callar en las urnas las voces que piden su marcha desde hace tiempo, pero especialmente en las últimas 48 horas después de la detención de siete de sus directivos. La continuidad de Blatter, ratificada en el 65 Congreso que la FIFA ha celebrado en Zúrich, supone la victoria más importante de su larga carrera como dirigente, dada la magnitud del escándalo generado por las investigaciones de la Fiscalía de Estados Unidos y las autoridades suizas.

Vinculado desde 1975 a la FIFA, en la que fue secretario general de 1981 a 1998, año en que fue elegido presidente, Blatter ha vuelto a demostrar su maestría a la hora de cerrar crisis, aunque algunas quizá en falso. Nunca nada ha alterado sus panes y así lo ha demostrado su aparente normalidad estos días, pese a las detenciones de estos días. Lo ha hecho con pesar, pero ajeno a lo que ocurre fuera. Con el mismo estilo que ha presidido la organización deportiva más poderosa del mundo, salpicada los últimos años por acusaciones de corrupción y compra de votos, especialmente desde la elección de Rusia y Catar como sedes mundialistas para 2018 y 2022.

Aquella concesión ha marcado el devenir de su último mandato, iniciado meses después de la votación en diciembre de 2010 y rodeado de polémicas desde el primer momento, ya que quien pretendió ser su contrincante en las elecciones de 2011, el catarí Mohamed Bin Hammam, acabó inhabilitado por intentar comprar votos.

Alejado de las acusaciones de éste y de las renuncias forzadas en 2013 de miembros de su Ejecutivo por recibir pagos injustificados de los derechos audiovisuales, como el paraguayo Nicolás Leóz o el brasileño Ricardo Teixeira e incluso su predecesor en el cargo, el brasileño Joao Havelange, Blatter se ofreció hace meses como la mejor opción para seguir en la presidencia.

Futbolista aficionado, entrenador, atleta y licenciado en Economía y Administración de Empresas por la Universidad de Lausana y con grado de coronel del ejército suizo, «Sepp» Blatter (Visp/Suiza, marzo 1936) llegó a la presidencia de FIFA el 8 de junio de 1998, como relevo de Havelange después de 23 años. Desde 1999 es miembro del Comité Olímpico Internacional (COI).

Dominador de 5 idiomas -inglés, francés, español, alemán e italiano- y diplomático de primera, Blatter inició su carrera profesional en la Oficina de Turismo de Valais -su región natal-, y en ella incluye la secretaría general de la Federación Suiza de Hockey Hielo y el ejercicio del periodismo.

Relaciones públicas de Longines y director de Sports Timing (1968-75), puesto por el que participó en la organización de los Juegos de Munich'72 y Montreal'76, mantuvo su primer contacto con la FIFA en 1975 y en poco tiempo se ganó la confianza de Havelange. En 1981 el brasileño le designó secretario general.

Aunque pensaba salir de FIFA junto a Havelange, varias federaciones le animaron a optar y ganar la presidencia contra el sueco Lennart Johansson -entonces presidente de la UEFA-. Años después, en vísperas de su primera reelección, su opositores le acusaron de comprar votos y de llevar a la organización a una dictadura.

Fue en 2002 en Seúl. El camerunés Issa Hayatou, hoy todavía en el Comité Ejecutivo, fue su rival, el único que hasta hoy le ha disputado el despacho. Blatter ganó con una autoridad- 139 votos de 197 posibles- y apagó aquel incendio, que llevó al despido de su secretario general, Michel Zen-Ruffinen, después declarado persona non grata para la FIFA.

En un ambiente más tranquilo llegó a su siguiente reelección, retrasada a 2007 para no coincidir en año de Mundial, y fue reelegido sin oposición. Igual empezó el cuarto en 2011, tras la inhabilitación de Bin Hammam, aunque las acusaciones de compra de votos para adjudicar los Mundiales de Rusia y Catar le llevaron a introducir cambios en su estilo de gobierno.

Uno de ellos fue investigar el caso y fortalecer su Comisión de Ética, formada desde entonces por un órgano de investigación y otro de decisión, aunque de momento no parece tener el efecto deseado.

Hace meses el presidente de la cámara de investigación, el exfiscal estadounidense Michael J. García, dimitió después de que su informe sobre Rusia y Catar no se publicara íntegramente y de que el órgano de decisión cerrara el caso sin encontrar irregularidades.

Aunque la resaca del «informe García» tardará tiempo en pasarse y los procesos judiciales en curso pueden deparar «peores noticias», Blatter inicia su quinto mandato, con dudas sobre lo que harán sus críticos, entre ellos su amigo, el presidente de la UEFA, Michel Platini, otrora considerado su delfín, que personalmente y sin éxito le ha invitado a marcharse.