Del Barcelona de Guardiola al Barcelona de Messi

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Gustau Nacarino / Reuters

El partido de ayer enfrentó al jugador con el entrenador que comandaron el mejor Barça de la historia

07 may 2015 . Actualizado a las 17:47 h.

El Barcelona contemporáneo fue un equipo de autor, pero ahora cambió la firma: si antes llevaba la rúbrica de Josep Guardiola, ahora aparece Lionel Messi como el indiscutible abanderado.

La actuación del argentino fue colosal en el partido del miércoles por las semifinales de la Liga de Campeones. Firmó dos goles, uno de ellos memorable, y añadió una asistencia para derribar 3-0 al Bayern Múnich, precisamente el equipo que ahora entrena Guardiola.

La prensa española dio cuenta hoy del impacto generado por Messi. «Hundió al Bayern, desactivó el factor Guardiola y colocó al Barça a las puertas de Berlín (sede de la final). En tres minutos mágicos marcó dos goles y sentenció la eliminatoria. Su talento, ambición y orgullo son imparables», afirmó el diario «Sport», que sentenció sin reservas: «Volvió a ser Dios».

Guardiola marcó una época en el Barcelona entre 2008 y 2012. No sólo fueron los 14 títulos que conquistó, sino el sello que dejó, con un juego hermoso, lleno de combinaciones interminables, que cautivó en todo el mundo.

Por supuesto, Messi era -junto a Xavi Hernández y Andrés Iniesta- un arma fundamental en el campo, el martillo de un conjunto implacable. Menos carismático que su entrenador, propició que el equipo fuera conocido a nivel global, incluso hasta hoy, como «el Barcelona de Guardiola».

El entrenador catalán se marchó en 2012 con una frase enigmática: «Me voy porque nos podríamos hacer daño». Estas palabras se entendieron desde la perspectiva de un deterioro en las relaciones entre técnico y jugadores. Incluido Messi, quien el martes no escondió que cortó su vínculo con Guardiola en cuanto el entrenador se fue.

Pero ahora, lo que encuentra el Barcelona en estos días es un equipo en magnífica forma que tiene en Messi a un líder descomunal.No sólo marca goles, sino que expone una influencia completa en el juego. Participa en la elaboración, asiste y hasta recupera balones.

Y luego quedan detalles como los del miércoles, con ese segundo gol en el que quebró la cintura de Jerome Boateng para culminar su brillante acción con un sutil toque por encima de Manuel Neuer. Un tanto que dio la vuelta al mundo y que escenificó el actual reinado del argentino.

Messi no tiene actualmente sombras mediáticas que lo opaquen. Con Neymar y Luis Suárez aceptando el liderazgo del argentino, tampoco encuentra en el banquillo una figura tan carismática como la de Guardiola. Luis Enrique es un técnico de un perfil muy diferente. En primer lugar, no es un entrenador de fácil trato con los medios ni con los aficionados. Tampoco con los futbolistas. Y en segundo término, su propuesta futbolística no es «de autor».

El Barcelona que diseñó es un equipo que utiliza con asiduidad el contraataque, una palabra que sonaba casi como una herejía en el club azulgrana hasta no hace mucho. Es un conjunto que mezcla estilos y que busca ante todo el equilibrio, tanto en ataque como en defensa.

Y en ese diseño, Messi es el gran arquitecto, un futbolista que esta temporada parece dispuesto a ajustar cuentas con el pasado más reciente tras una anterior campaña en la que nunca se sintió cómodo por las lesiones y otras cuestiones. Ni con su equipo, con el que no ganó títulos importantes, ni con la selección argentina, apartada del título mundial en la final.

Es el Barcelona de Messi, un jugador con una misión: conseguir el primer «triplete» para los azulgranas desde 2009. Precisamente aquel fue el primer año del Barcelona de Guardiola.