Muere un hito del periodismo

josé m. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

CESAR QUIAN

Fallece a los 88 años Vituco Leirachá, que empezó su carrera en La Voz en 1947 y vivió para su periódico hasta el final

22 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Vituco Leirachá (Valdoviño, 1927 - A Coruña, 2015), el periodista decano de los que escriben en España, firmó ayer su última columna con la vida. A los 88 años, el corazón del periodista que llenó miles de páginas de información en La Voz de Galicia dejó de latir y privó a lectores y radioyentes de su punto de mira del mundo del deporte y, especialmente, de su Deportivo, del que era el socio número 2. Pero también de sus comentarios de la actualidad y su portentosa memoria sobre las historias, grandes y pequeñas, de A Coruña, la ciudad en la que trabajó toda su vida.

Era Vicente Leirachá, aunque a él nunca terminó de gustarle el nombre y adoptó el de Vituco, procedente del familiar y cariñoso Vituquiño de su infancia en Ferrol. Con Vituco como firma, tomó asiento como auxiliar de redacción ante una mesa de la sección de Deportes de La Voz. Era 1947 y acababa de cumplir 20 años.

Pasión por el fútbol

De no ser por su pasión por el periodismo y el fútbol, el hijo de la señora Juanita, como le gustaba referirse a sí mismo, hubiera seguido la tradición familiar para convertirse en mecánico fresador. Pudo más la infinita curiosidad que lo transformó en un fondista del periodismo. Aunque adscrito a Deportes, acabó haciendo de todo: notas taurinas, entrevistas con personajes de la farándula, sucesos y la febril actividad que generaba cada verano la estancia de Franco en Meirás.

Precisamente él, que siempre se definió como un niño republicano y socialista, entabló relación con los personajes que acompañaban la estancia de Franco en la ciudad y que en más de una ocasión aprovechó para beneficio de la ciudad. En este sentido, no fue casual la entrevista a Vicente Gil, médico del dictador y presidente de la federación de boxeo, en la que este reclamaba un pabellón para A Coruña. Poco después, en 1970, la ciudad disfrutó del moderno Palacio de los Deportes.

Un observador paciente

Vituco Leirachá ejemplifica la definición del periodismo como un oficio, como una actividad que se aprende día a día: escondido en la ducha de un vestuario para ser testigo de la bronca que el mítico entrenador del Barcelona Daucik dirigió a su portero Ramallets después de que este felicitara al deportivista Rábade por el gol que le acababa de marcar; o en la sección «Cinco minutos de charla», con entrevistas directas a Celia Gámez, Estrellita Castro, Concha Piquer... o a cualquier personaje que recalara en el puerto coruñés al regreso de un periplo por las Américas. Vituco, en 1957, cuenta como nadie, y antes que nadie, un episodio que conmocionó a la sociedad de entonces: el secuestro del niño Pepito Mendoza. Una exclusiva alimentada por esa sabia mezcla de olfato, trabajo y azar en la mente de un observador inteligente.

Escuela de periodismo

«No creo que sea un maestro de periodistas, creo que es una escuela de periodismo». Sirva la frase de su amigo Arsenio Iglesias para definir a Vituco. Periodismo de caja alta, forjado en interminables madrugadas aderezadas con una partida de póker en semiclandestinos garitos de la zona de Cuatro Caminos o en el Casino, donde cultivaba las relaciones con extraordinaria habilidad.

«Los curas están 24 horas al servicio del pueblo y los periodistas tenemos que estar 25». Vituco exprimió durante toda su vida una de las máximas del que fue su primer director en La Voz, Álvarez Solís. Su profesión era su vida y su vida su profesión. Desde el principio, desde sus primeros pasos en La Voz a mediados de los años cuarenta, hasta 25 años después de su jubilación como subdirector. Una trayectoria en la que se entrecruza su amistad y el impulso que ayudó a dar a las carreras deportivas de mitos del fútbol coruñés, como Amancio, Luis Suárez, Buyo o Arsenio; o de la gestión, como Fernández Trigo, gerente del Dépor y del Madrid. Testigo directo de una época en la que su profesión le acercó a personajes como Santiago Bernabéu, Di Stéfano, Luis de Carlos o Ramón Mendoza. Su inquietud política y su pensamiento socialista le llevaron a asesorar al Gobierno bipartito de la Xunta.

Crónicas a pie de campo

Pero, para siempre, quedarán sus crónicas a pie de campo, los interminables viajes por la península detrás de su Deportivo, ese club que desde los tiempos de Martínez Rumbo como presidente le reservó un lugar en el palco, donde la rigidez de su pierna encontraba el acomodo que no tenía en la zona de prensa; el mismo club que años más tarde, con el anterior presidente, le impidió la entrada al que había sido su sitio durante cerca de cuarenta años. En la siguiente cita en Riazor, Vituco se las arregló para sortear la mezquina prohibición y asistir una vez más al partido desde su silla habitual en el palco. A partir de aquel domingo, mientras acudió a Riazor, lo hizo siempre en su localidad de socio en la grada.

Un contador de historias

«Siempre he tenido un sentido estratega de la vida. Nunca me gustó el protagonismo, prefiero permanecer en segunda fila», confesaba en la biografía que sobre su trayectoria escribió la periodista Gemma Veiga. Pero, aunque se rebelara contra ello, Vituco fue mucho más que un humilde espectador y testigo de la reciente historia de A Coruña. Fue lo que siempre quiso ser: en lo profesional, un periodista sin adornos y un actor de las transformaciones que han convertido a La Voz en el cuarto periódico español; y en lo personal, un entrañable, paternal y generoso consejero de su amplio entorno.

Mantuvo una intensa relación personal con Emilio Rey Romero, nacida por la pasión futbolística de ambos y cultivada en multitud de encuentros y conversaciones. Una relación que continuaría y crecería con Santiago Rey Fernández-Latorre, actual editor y presidente de La Voz de Galicia, al que ayudó a conocer los entresijos del periódico cuando se hizo cargo de la gerencia en 1962 para profundizar en la idea de reinvertir los beneficios para crecer tecnológicamente: un cariño y una amistad que perduró hasta nuestros días.

Socio número 2 del Deportivo, escribió su último artículo el pasado 17 de marzo

El periodista más veterano de la prensa española

Fiel a sus lectores, Vituco Leirachá continuó con sus colaboraciones diarias con La Voz hasta el pasado 17 de marzo. Bajo el cliché de Punto de Mira, reflexionó sobre la delicada situación del Deportivo a once jornadas para el final de temporada. El periodista en activo más veterano de la prensa española colaboraba semanalmente con La Voz del Deporte, el programa deportivo que dirige en Radio Voz Mario Durán.

Mientras la salud se lo permitió, hasta hace solo unos meses, también prestaba su colaboración diaria en la mañanas de Radio Voz con Pablo Portabales, donde exhibía su portentosa memoria para los detalles, su conocimiento de la sociedad coruñesa y la versatilidad de un todoterreno, en secciones como «Parece que fue ayer» o «La noticia del día».

«Mi profesión es el único aceite necesario para que funcione el viejo motor», reflexionaba. Aunque para continuar ligado a un oficio por el que sentía pasión se viera obligado a madrugar, a modificar uno de los pocos hábitos para los que un periodista de raza nunca está preparado.

El motor se paró ayer definitivamente. Descanse en paz.