Dos figuras, una sola sonrisa

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Messi llega deslumbrante al clásico, mientras Cristiano no levanta cabeza desde que arrancó el 2015

25 abr 2015 . Actualizado a las 23:03 h.

Son las dos bombillas que iluminan los mejores equipos del planeta, los hombres que se reparten desde hace más de un lustro la gloria del Balón de Oro, sin lugar a dudas, los caudillos del fútbol mundial. En su condición, la palabra de Leo Messi y Cristiano Ronaldo será determinante en el devenir del clásico donde se podría definir la Liga, ese partido de poder a poder que pasado mañana disputarán el Barcelona y el Real Madrid en el Camp Nou (21.00 horas, Canal+1).

Sin embargo, la trayectoria con la que alcanzan los dos futbolistas este encuentro trascendente en el campeonato de la regularidad es totalmente divergente. Mientras el argentino vive desatado, practicando un fútbol estelar; el portugués se ha ido achicando conforme avanzaba el curso. El luso ha pasado de apuntar hacia una campaña supersónica, a desviar su mirilla hacia una compleja depresión.

La Lucha por el pichichi

El intercambio de papeles

Uno de los registros donde se escenifica esta transmutación que ha sufrido el duelo entre Messi y Cristiano es en el aspecto realizador. Hace dos meses y medio, el delantero del Real Madrid aventajaba al del Barcelona en diez goles en la lucha por el Pichichi. Hoy el hombre que mueve la maquinaria de Luis Enrique totaliza en Liga ya dos tantos más que su rival (32-30).

Y es que desde que se inició el 2015, el rendimiento de Messi es descomunal, recuerda al de sus años dorados bajo la batuta de Guardiola. 17 goles en 11 partidos, o lo que es lo mismo que decir un gol y medio por cada compromiso. El promedio de Cristiano se queda en un tercio del que exhibe el argentino (0,5 goles por partido).

Los pases de gol

La zurda, en estado de gracia

Pero no solo en el acierto ante la portería contraria se adivinan las diferencias de rachas que atraviesan Messi y Cristiano. La capacidad del argentino para asociarse con sus compañeros, para además de culminar las acciones, catalizar el juego del Barça, ha crecido de forma espectacular. En lo que va de temporada ya ha repartido 14 asistencias, por las 11 de Cristiano. El registro de la estrella portuguesa sería excepcional en cualquier jugador e incluso significa uno de sus guarismos más destacados de siempre a estas alturas de campaña. Sin embargo, el dato preocupante para Carlo Ancelotti es que siete las logró a principio de curso y ahora su ritmo pasador se ha encogido hasta las cuatro desde enero.

El estado de ánimo

Un carrusel de sensaciones

Lejos de las cifras, del frío análisis que proponen los números, se encuentran las sensaciones que transmiten uno y otro cada vez que pisan el césped. El Barcelona estrenaba ciclo con Luis Enrique en el banquillo y la comunicación entre el técnico asturiano y el astro argentino no fue la más fluida y al equipo le costó echar a rodar. Sin embargo, el nivel de la plantilla se fue incrementando de forma paulatina y especialmente el de Messi, que ahora cada vez que entra en acción emana una sonrisa. Su último recital ante el City fue colosal. El Camp Nou se volcó en hacerle llegar su cariño. Ovación tras ovación.

El caso de Cristiano es justo el contrario. Segundo año de Ancelotti y después de un comienzo confuso, el Madrid se convierte en una apisonadora. El luso va de récord en récord y, de pronto, al regresar de Navidades, todo cambia. El Madrid se desinfla y Cristiano se apocopa.

El compromiso

Uno se vacía, el otro no

En los últimos encuentros a Cristiano incluso le ha faltado el compromiso. Se le ve constantemente con los brazos en jarra, recriminando algo a sus compañeros y apenas se esfuerza en defensa. Mientras que el nuevo Messi se vacía y esprinta liviano en cada disputa.