«Nós aquí querémonos ben»

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade LONDRES

DEPORTES

Pasión celtista y deportivista en el bar del Centro Galego de Londres, donde la rivalidad se relativiza con unas raciones de pulpo y una queimada

23 feb 2015 . Actualizado a las 10:27 h.

Del Celta, exactamente 8, aunque se dejan oír. Del Dépor, unos 120. El duelo nace desequilibrado en el bar-restaurante del Centro Galego de Londres, kilómetro cero del derbi en el Reino Unido la noche del sábado. «Oye, que conste bien ahí que llevo en esta silla desde la una del mediodía». Tirso Sánchez, con su camiseta celtiña, se ganó así el privilegio de ver el partido desde el codo de la barra. Entre sus provisiones, cerveza gallega, jamón, chorizo, croquetas de lacón con grelos, pulpo... A su lado, Manuel García Pampín la clava con el pronóstico: «0-2, ya verás», vaticina, y además canta los goles al 50 %: «Nolito y Larrivey».

«Moita presión nesta tele, neno», proclaman los deportivistas. Manu Ferreiro, Cheli, Manu Santos, Christian Iriso... Su brújula se reorienta al 3-0 o al 3-1.

El jamón no acaba de bajar. Las croquetas de lacón con grelos, tampoco. Pérez Montero ya ha pitado el comienzo del partido y hay demasiados nervios. El relevo gastronómico lo da Vicente Mezquida, de Alicante. Le mola el fútbol. Pero más el pulpo con cachelos. Ajeno a los «oeoés», a los «¡Forza Dépor!» y a los «¡o-o-Orellana!», devora sin compasión el cefalópodo: visibles muestras de entusiasmo levantino más allá del noble arte del balompié.

Primeros compases del derbi. Los blanquiazules se dejan llevar por el arreón inicial del Dépor: «Hoy es el día del chicharro de Oriol». La frase nacía torcida desde las primeras intervenciones del delantero.

Ni un alfiler cabe en el bar. La grada norte es para la tele y los más futboleros. El fondo sur, para la curva de Riazor y la pareja celeste del codo de la barra. Las comandas vuelan por la cocina y los camareros practican eslalon para llegar con raciones, albariños y cervezas. Producto gallego de nivel; ahí están de acuerdo blanquiazules y celestes. Al frente del negocio, Román Ventoso y Óscar Rivero, de San Cibrao. Román es mesonero y bruxo durante la queimada. Óscar, seguidor del C. D. Lugo. «Esta noite nin perdo nin gano», sentencia.

Descanso sin goles. «Que no descienda ninguno», proclama Carlos. Nació en Inglaterra, pero es celtista como su padre. «Mi mujer es del Dépor, para compensar», apunta, antes de soltarse con un «¡Nolito, selección; Nolito, selección!».

El deportivismo responde con un «¡Vamos Luquitas!», pero el ánimo se estrella en las manos de Sergio Álvarez. Los piques habituales de las hinchadas se avivan con los goles de Charles y Larrivey.

«¡Bulla, bulla!». Es la tangana de los jugadores. El deportivismo del Centro Galego intuye el desastre y anda ya de bajón. El árbitro dice que se acabó y en el bar suena A rianxeira. A ocho voces. Pero como si fueran cien. Es el momento del pique.

Pero mil kilómetros de océano atenúan la rivalidad y cuando acaba el partido todos vuelven a ser gallegos en Londres. «Nós aquí querémonos ben», resume el deportivista Cheli antes de fundirse en un abrazo con su colega celtista Tirso. El mal rollo se queda en la tele.

Para los blanquiazules llega el momento de ahogar penas en queimada: «A a ver se o embruxo da máis sorte para a próxima».

Manu resume para La Voz el sentir de los suyos:

-Mejor que hoy no pongas nada, ¿eh?