Super Bowl: New England Patriots y Seattle Seahawks se medirán en el duelo del desierto

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

El running back de los New England Patriots LeGarrette Bloun (en el centro) intenta avanzar entre rivales durante un partido.
El running back de los New England Patriots LeGarrette Bloun (en el centro) intenta avanzar entre rivales durante un partido. JOHN CETRINO | EFE

Arizona acogerá esta madrugada la final de la NFL entre los New England Patriots y los Seattle Seahawks

01 feb 2015 . Actualizado a las 21:55 h.

Es un saco sin fondo, pero con muchos fondos garantizados. Por eso es la Super Bowl. El Tazón. Con mayúsculas. Porque igualmente extraordinarias son las cifras que maneja la final de la Liga profesional de fútbol americano de Estados Unidos, el evento deportivo único más visto del planeta y que lleva calentando motores varias semanas. Casi doscientos millones de personas verán de uno u otro modo el partido, y solo 63.000 privilegiados en el University of Phoenix Stadium en Glendale (Arizona) donde se disputará la Super Bowl, a la que han llegado los New England Patriots y los Seattle Seahawks cumpliendo las quinielas.

Alguno de ellos pagó en la reventa unos 25.000 euros para presenciar en la grada el choque de trenes entre los New England Patriots y los Seattle Seahawks, que comenzará alrededor de las dos y media de la madrugada del domingo al lunes, y será retransmitido desde la medianoche por Canal + 1 y Canal + Deportes; diales 1 y 53. El precio oficial de las entradas de acceso al desértico escenario de la Super Bowl partía de 700 euros.

Después de una semana de eventos y celebraciones vinculadas a la Super Bowl, todo arrancará cuando de la boca de Idina Menzel (intérprete de la canción principal de la película animada de Disney Frozen) salga el The Star-Spangled Banner, el himno nacional estadounidense. En ese instante, ningún avión podrá sobrevolar el espacio aéreo en dieciséis kilómetros a la redonda, y nadie osará morder ni una sola del millón y cuarto de alitas de pollo que se despacharán esa tarde, pero los servicios secretos (alerta esta noche como pocas) no podrán evitar que se envíen durante esos minutos la mayoría de los veintiséis millones de tuits previstos.

Así de magníficas son las situaciones en el evento deportivo estadounidense por excelencia: la Super Bowl. En toda la amplitud del concepto, ya que lo que pueda suceder en el césped, si bien otorgará la gloria a Patriots o Seahawks, no será nunca más importante que lo acontecido en la grada, en la televisión o en el escenario.

Al que no le guste el fútbol americano, pero le apasione el espectáculo (esa es la esencia) puede apostar a que se divertirá. Si evita lo obvio (¿quién ganará?) puede poner su dinero a: ¿Cuántas veces saldrá Giselle Bündchen, esposa del quarterback Tom Brady, en pantalla?, ¿Confundirá Idina Menzel la letra del himno? o ¿Tendrá escote Katy Perry cuando salga a cantar?

También sobre las tablas y durante el descanso de la Super Bowl, momento para Katy Perry (escoltada por Lenny Kravitz y Missy Elliot), en un giro conservador de la organización, harta de escándalos picantes, ávida de captar a los indecisos y de enviar un mensaje contra la violencia sexista, lacra que se ha instalado en la NFL.

Anuncios a cuatro millones

Los que lo vean por la televisión podrán, además, disfrutar de los anuncios más caros del año (a razón de cuatro millones de euros por medio minuto). Desembolsaron ese dineral, Kia, Doritos, Toyota, T-Mobile, Victoria's Secret, BMW y Budweiser, entre otros. Los hay de todo tipo, aunque suelen derivar en el humor atrevido.

Más barato le salió la promoción a los joyeros de Tiffany & Co, que fabrican el trofeo Vince Lombardi, valorado en 22.000 euros, y los 150 anillos de oro blanco y diamantes (tasados en 4.500 euros cada uno) que se llevarán los integrantes del equipo ganador de la Super Bowl.

Los que más gloria se han llevado hasta el momento son los Pittsburgh Steelers (se impusieron en media docena de finales), pero los actuales campeones juegan esta madrugada. Son los Seahawks. Van a por su segunda Super Bowl consecutiva, algo que desde hace diez años no logra nadie. Los últimos en firmar tal gesta fueron sus rivales de esta noche: los New England Patriots (tres títulos y cuatro subcampeonatos).

Aunque el nombre propio vuelve a ser el quarterback de los Patriots, Tom Brady. Y no solo por su esposa, la modelo brasileña Gisele Bündchen. A sus 37 años, puede seguir haciendo historia en el fútbol americano. Ha jugado más finales que nadie (seis en catorce temporadas, a un solo MVP de los tres del mito Joe Montana) y también tiene el récord de touchdowns y yardas en la historia de los play off.

Y, en el medio, un balón. Los 108 ovalados que se pondrán en juego están custodiados en esta ocasión bajo una vigilancia especial, porque se han visto envueltos en una polémica entre ambos equipos por la picaresca en su inflado (y, por tanto, su peso). El duelo del desierto no admite concesiones. Del perdedor nadie se acuerda.