Ancelotti, paz romana

Álex Couto

DEPORTES

31 ene 2015 . Actualizado a las 19:08 h.

Su llegada a Madrid fue balsámica. Heredó un entorno viciado en donde el conflicto era algo natural, heredó desavenencias personales entre miembros del grupo, encontró una imagen institucional dañada por la trascendencia de los comportamientos y de los egos y además asumió que el Real Madrid solo conoce un camino, el de la victoria. Los medios, como parte intrínseca del día a día madridista impactaban con constantes noticias que rodeaban el fútbol pero que no lo tocaban, la masa social se había acostumbrado a las luchas intestinas, al ruido y a justificar el juego y el resultado con argumentos bélicos más que estrictamente deportivos. Y llegó él y todo se calmó. No se habló de métodos ni de jerarquías, los ruidosos se acomodaron, los inquietos se calmaron y los enemistados se incorporaron a la dinámica de grupo. Los medios volvieron a ejercer y las ruedas de prensa se convirtieron en un remanso de tranquilidad gestionadas a golpe de ceja y de frases elocuentes llenas de sentido común. Y además se mantuvo el nivel y se alcanzaron cotas de éxito que antes, a pesar de los augures, no se habían logrado.

Para un romano, los augurios siempre fueron tremendamente importantes, siempre se deben tener en cuenta pero sobre todo Ancelotti, como buen líder, sabe que su papel se centra principalmente en la convivencia cotidiana y en esta, el principal valor es la negociación desde posiciones claras y definidas. Marco Ulpio Trajano conquistó la Dacia (actual Rumanía) a golpe de acuerdos, negociando y gestionando sus recursos para conseguir sus objetivos pero siempre con sus legiones atrás. Ancelotti tiene detrás la fuerza de todo un club y él gestiona y negocia el día a día, conquistando espacios nunca antes logrados. De esta manera, se mantiene la línea histórica del Real Madrid, competir y buscar la victoria sin excusas, sin vender estilo, con la fuerza que da el talento cohesionado. Pero lo logra desde el sosiego que da la fuerza de un líder que sabe calmar a sus huestes para que destinen toda su energía al ejercicio de su profesión en el campo de juego. Y así, el ruido cesó, la controversia desapareció, la imagen de su estrella incluso mejoró. Su liderazgo es incuestionable y su imagen pública intachable. Su carisma personal se basa en su mensaje, lo que ocurre de puertas para adentro no nos invita a conocerlo, como buen caballero, esas cosas no las cuenta. Pero los resultados se ven, la décima ya no es un sueño, es real, la liga liderada sin aspavientos, el juego, acorde con la potencia y valor de sus legiones, futbolistas llamados para entenderse dentro del campo.

Álex Couto

es entrenador y máster

profesional en Fútbol. Autor del libro «Las grandes escuelas del fútbol moderno»