De riñas y tumultos

Esteban Rico

DEPORTES

19 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Quienes nos dedicamos al ejercicio del Derecho, procuramos huir de juicios de valor anticipados sobre sucesos poco claros, pues habitualmente desembocan en conclusiones erróneas; generalmente por carecer de todos los elementos que han de ser ponderados. Por eso, dado que Su Señoría -con buen criterio- mantiene secretas las diligencias iniciadas, por los hechos acontecidos a orillas del Manzanares con ocasión de la visita en Liga del Deportivo al Vicente Calderón, conviene acometer el asunto de manera aséptica y puramente técnica, en tanto no se revelen otras pruebas que analizar.

Tomando como base lo poco que ha trascendido a través de los medios, se baraja la posible imputación a los participantes en la reyerta de un presunto delito recogido en el art. 154 del Código Penal, que castiga a quienes riñeren entre sí, acometiéndose tumultuariamente, y utilizando medios o instrumentos que pongan en peligro la vida o integridad de las personas. Las condenas pueden ser de tres meses a un año de prisión o de multa (una sanción económica).

Pero, ¿qué entendemos por riña en Derecho Penal? Para que se pueda considerar delictiva la riña, ha de implicar necesariamente la existencia de dos bandos relativamente equivalentes, pues el acometimiento de varios contra uno; o, por ejemplo de diez o veinte contra dos o tres, no es riña sino un eventual delito de lesiones en función del daño físico que se haya causado. También ha de tratarse de un acometimiento recíproco, con independencia de que alguno de los que intervengan sea más activo que el otro a la hora de repartir golpes; y suficientemente confusa hasta el punto de que no sean perfectamente deslindados los bandos de la contienda, porque si tal distinción fuese claramente posible, tampoco podríamos estar hablando con propiedad de una riña; tendríamos que determinar la responsabilidad personal que correspondiese a cada quién según su actividad y participación. Y por último, si se llegase a conocer que ha habido un concierto previo para matar y el objetivo se hubiese preconcebido, obviamente tendríamos algo más que una riña.

Aceptando únicamente una pelea turbulenta con bandos entremezclados y difusos, poco importaría el resultado sino el peligro potencial que se causase, encontrando en dicho comportamiento la manera de no dejar impune tal acción colectiva en la que determinar autorías concretas resultaría, como resulta, cuasi imposible.

Esteban Rico es abogado penalista.