Víctor Castro levanta el oro en Chipre

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

El gallego, de quien el seleccionador gallego destaca su «velocidad, fuerza y naturalidad», se proclama campeón de Europa sub-23 en 69 kilos

26 nov 2014 . Actualizado a las 11:58 h.

«Es un luchador. Cuando algún día, por cualquier motivo, no puede terminar los entrenamientos que tiene programados se va para casa con mala cara y sabes que al día siguiente intentará recuperar parte de esa sesión. Tiene las cosas muy claras, sabe lo que quiere y eso es tremendamente importante para alcanzar el éxito». Habla en perfecto español el húngaro Ferenc Szabo, seleccionador gallego y el entrenador del Club Halterofilia Coruña, el lugar desde donde Víctor Castro (A Coruña, 1992) ha edificado una fulgurante carrera que ayer lo llevó a proclamarse en Chipre Campeón de Europa sub-23 en 69 kilos (plata en arrancada, con 135 kilos; oro en dos tiempos, con 163; y oro en el total olímpico, gracias a los 298 kilos). «Por los resultados del pasado Mundial, España contaría con cuatro plazas en los próximos Juegos Olímpicos. Si fuese así, Víctor tendría muchas opciones de viajar a Brasil», subraya Szabo, quien agrega: «Tiene unas condiciones como pocas veces he visto... velocidad, fuerza,... lo hace todo con naturalidad... y quizás tiene un día a día con menos facilidades que otros componentes del equipo español».

También conoce a la perfección a Víctor Castro, el presidente de la Federación Gallega de Halterofilia, Óscar Fernández. «Le bastó con cinco kilos por debajo de su mejor marca (303) para quedar campeón de Europa. Teníamos muchas expectativas puestas en él, porque sabíamos que podía estar entre los mejores. No ha parado de progresar y tiene un gran futuro por delante», comenta el directivo, quien agrega: «Pero por encima de que es un gran deportista, lo que aprecio de Víctor es que es un chaval estupendo. Siempre dispuesto para echar una mano a los entrenadores... en eso es excepcional», destaca.

«Ha sido un año tremendamente duro, ahora necesito descansar», explicaba ayer desde su hotel en Chipre Víctor Castro, que aseguraba que un error en arrancada le pudo complicar el título: «Fallé en un intento, pero sabíamos que si apretaba en dos tiempos, podía conseguir el oro». «En el Mundial -explica- había estado por encima del resto de mis rivales y si repetía la marca o me acercaba a ella tenía claro que podría ser campeón».

Respecto a sus opciones de estar en los Juegos de Río, Castro indica: «Los Juegos los veo igual de lejos e igual de cerca que antes. En el equipo nacional somos todos bastante jóvenes y estamos teniendo grandes resultados. Por el momento, hemos logrado cuatro plazas para España y si las consiguiésemos mantener en el Mundial del año que viene, también clasificatorio para Río, sería increíble».

Una vuelta a casa dulce

El caso de Víctor Castro es singular porque estuvo dos años entrenándose en el centro de alto rendimiento de Madrid, viviendo en la residencia Blume, pero, por motivos personales, decidió regresar a casa, a A Coruña: «Allí atravesé unos años difíciles porque cambié de categoría y tardé un poco en adaptarme, pero está claro que tenía muchas más facilidades. Entrenaba mañana y tarde y no tenía que preocuparme por nada más. Ahora entreno y trabajo y eso me exige un esfuerzo extra». Cuando se marchó de la Blume, le pidió a los responsables de la selección que continuasen contando con él, que iba a entrenar al máximo posible. «En cuanto me amoldé a la nueva categoría comencé a progresar rápidamente y he vuelto a tener buenos resultados», resalta.

En el club de toda su vida también recuperó el aliento de quien esculpió su trayectoria deportiva: Ferenc Szabo. «Él me sacó y es como un segundo padre para mí».

Tras el éxito de Víctor Castro, hoy les tocará el turno a Irene Martínez y al ferrolano Alberto Díaz Mba. «Espero que a los dos les vaya muy bien. Sobre todo a Alberto, que es un fenómeno y realmente se lo merece», destaca el campeón.