Dos semanas de ajedrez, ajedrez y ajedrez... y un viaje en teleférico para desconectar

La Voz

FIRMAS

31 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las situaciones que más sorprenden cuando se indaga en la rutina de los jugadores que participan en los distintos campeonatos de ajedrez es la cantidad de horas que le dedican. Da igual la categoría de la que estemos hablando. Vayamos, por ejemplo, al día a día de Julio Suárez en el pasado Campeonato de Europa sub-16.

Las mañanas las dedicaba a preparar la partida que tenía que jugar por la tarde. A estudiar al rival en un deporte en el que esa parte es fundamental. Tras la comida llegaban los enfrentamientos. Tres, cuatro y hasta cinco horas de juego y con la concentración al máximo para no cometer errores.

Los únicos momentos libres llegaban tras la hora de la cena, cuando los chavales podían ir a dar un paseo. Aunque sin demasiadas alegrías «porque había zonas que daban miedo». El único momento en el que pudieron romper esa rutina de ajedrez, ajedrez y ajedrez fue en la jornada que tuvieron libre y en la que aprovecharon para realizar un viaje en teleférico y poder ver desde el aire la ciudad de Batumi. A Julio le gustó sobre todo la parte nueva de la localidad, en la que estaban los hoteles y los restaurantes y que está en plena construcción. La zona antigua, con esa arquitectura típica de la Unión Soviética y muchas chabolas, le dejó una muy mala impresión.