Mascherano regresa a sus orígenes a cuatro días del Madrid-Barça

Efe

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ALBERT GEA | Reuters

Luis Enrique volvió a situarlo en el mediocentro del Barcelona en el partido con el Ajax ante la baja de Busquets

22 oct 2014 . Actualizado a las 12:55 h.

Si por algo destaca el argentino Javier Mascherano es por su capacidad de adaptación a los retos tácticos del Barcelona, hasta tal punto que se ha convertido en un central de garantías, posición que, ante la baja de Sergio Busquets, ha dejado para ocupar el puesto de pivote defensivo.

Después de casi cuatro temporadas en el eje de la zaga azulgrana, el «jefecito» jugó en la victoria de su equipo ante el Ajax (3-1) su segundo partido consecutivo como mediocentro, regresando así a sus orígenes futbolísticos.

Incorporado en el verano de 2010 procedente del Liverpool como refresco de Busquets, la etapa de Mascherano como pivote defensivo en la plantilla entonces entrenada por Pep Guardiola fue breve. Una plaga de lesiones en la defensa le obligó a retroceder unos metros su posición y ocupar por vez primera una de las dos posiciones del eje central.

Su primera experiencia como defensa fue en la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones ante el Shakhtar Donetsk ucraniano. Desde ese lejano día de marzo ya no regresó a su posición natural. Ni Guardiola, ni Tito Vilanova, ni Tata Martino le brindaron la oportunidad de demostrar las virtudes por las que realmente había sido fichado.

Cierto es que por delante, Mascherano ha tenido que competir contra un monstruo como Busquets, el para muchos mejor mediocentro del fútbol mundial del último lustro, pero las circunstancias coyunturales del Barcelona tampoco le han ayudado a gozar de más minutos como pivote.

A la escasez de centrales en la plantilla, se le sumó el fichaje de Alex Song el verano de 2012. El camerunés le cerró las puertas en la medular y, con Vilanova y Martino, siguió siendo el jefe de la defensa junto a Gerard Piqué.

Pero con la llegada de Luis Enrique Martínez, el destino parece haberle brindado una oportunidad para demostrar unas credenciales que ya lució el pasado Mundial con la selección argentina, subcampeona en Brasil. Que el técnico asturiano tiene plena confianza con el «jefecito» no es un secreto. A pesar de su hermetismo en rueda de prensa, lo dejó claro el día de su presentación: «Con Mascherano es como con Xavi, no quiero individualizar, pero son jugadores muy importantes, no solo dentro del campo sino también fuera».

Y, en este inicio de temporada, los hechos han confirmado las palabras de Luis Enrique. Hasta la fecha ha salido como titular en siete de los once partidos oficiales que ha disputado el Barcelona.

Sin embargo, no ha sido hasta la baja obligada de Busquets -ausente ante el Eibar y el Ajax por una contusión en la cadera- que ha podido exhibir ante su afición que puede ser un mediocentro más que útil para un club amante de la lírica de los centrocampistas criados en La Masia.

Mascherano no goza de la visión periférica de Busquets, tampoco tiene su delicadeza técnica, pero sus carencias para ocupar una posición clave en el esquema táctico azulgrana las minimiza a base de trabajo, concentración e inteligencia táctica.

Lo demostró ante el Ajax de Amsterdam, con unos primeros cuarenta y cinco minutos magistrales. Mandó Mascherano como habitualmente lo hace en la albiceleste, interceptando balones, liderando la presión en la medular y trazando un total de 64 pases, con tan solo dos pérdidas, según los datos facilitados por la UEFA.

De hecho, suya fue la recuperación que generó el segundo tanto azulgrana. Robó el balón en el círculo central, sirvió un pase preciso a Iniesta, quien se inventó una asistencia imposible para que Messi superara a Cillessen.

Con Busquets renqueante a cuatro días para el clásico, Mascherano pide tanda para ser pivote defensivo en el Bernabéu. Ese será un partido de empaque, la piedra de toque que puede medir su progresión en la posición por la que realmente fue fichado.