Gómez Noya, una hazaña de la cabeza a los pies

A. Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

La confianza de sentirse de nuevo el rival a batir y su progresión en el esprint, claves para este hito

01 sep 2014 . Actualizado a las 19:45 h.

Hay muchas cosas en Javier Gómez Noya (Basilea, 1983) que lo distinguen como un gran campeón, pero, sin duda, su capacidad para reinventarse, para amoldarse a nuevos tiempos y otras formas de correr, ha sido vital para que el ferrolano haya alcanzado ya, con su carrera todavía en curso, la categoría del mejor triatleta de la historia. Ha ganado el Mundial a una prueba y con el formato de las Series, a cambios descomunales de ritmo y al esprint y ha triunfado en distancia corta, olímpica y media. No se ha detenido ante nadie, ni siquiera frente al empuje de los hermanos Brownlee. La victoria del año pasado en Londres le devolvió la última herramienta que necesitaba para volver a dominar con puño de hierro el deporte en cuya élite aterrizó hace más de una década: la confianza que da sentirse el mejor.

Al ataque

Los cambios de ritmo. La constatación de que había sobrepasado a los Brownlee, que había subido el listón de su nivel hasta el punto de no temer a nadie, apareció desde la primera prueba. En Auckland, en el comienzo de la nueva temporada, la igualdad con la que había finalizado el curso pasado, donde un esprint de infarto le dio el campeonato, Gómez Noya se quedó mano a mano con Jonathan en el 10.000 final. Ni siquiera esperó a la mitad del recorrido para ejecutar un cambio de ritmo demoledor. Entró en meta como antaño, como cuando desmontaba a los rivales sin piedad, en la más absoluta soledad. Repitió el recital en Ciudad del Cabo y Chicago, donde, con un calor abrasador, a Mario Mola, un consumado especialista en la carrera a pie, se le atragantó la determinación del ferrolano.

El Esprint

Lo perfecciona cada año. Durante el 2013, su entrenador, Carlos David Prieto, y Javier Gómez Noya fueron conscientes de que el desarrollo del triatlón conduciría a que cada vez sería más habitual que las carreras se definiesen al esprint. Por eso, al comienzo del año, realizaron un programa de preparación encaminado a que el ferrolano mejorase en estos instantes finales. El tiempo les terminó dando la razón. En Londres se proclamó tricampeón del mundo por un palmo ante Jonathan Brownlee. En Yokohama este año firmó la tercera victoria consecutiva al superar dentro de la alfombra azul al mallorquín Mario Mola. Sumó unos puntos de oro. Si antes ya lo era, ahora más que nunca, cada actuación de Gómez Noya es un compendio de virtudes.

Preparación en grupo

Una motivación extra. Javier Gómez Noya siempre había realizado su puesta a punto sin más compañía que la de su entrenador y la de un entorno reducido, que había permanecido a su lado desde los primeros pasos en su compleja trayectoria deportiva, marcada por la retirada de su licencia para competir hasta en dos ocasiones. Sin embargo, la ausencia de otros triatletas de relevancia en el día a día convertía sus ya de por sí monótonas jornadas en excesivamente rutinarias.

Por este motivo, Carlos David Prieto y Gómez Noya decidieron contactar con varios competidores como Schoeman, Cesc Godoy, Jesús Gomar o Pablo Dapena. El objetivo era beneficiarse entre todos del hecho de poder rodar juntos. La grupeta tomó cuerpo e incluso se llegaron a concentrar en Nueva Zelanda. Pronto, Gómez Noya encontró un punto de motivación extra y los resultados no tardaron en emerger. En las tres primeras pruebas de las series mundiales hizo el pleno de victorias.

Entregado a una causa

Un día a día, marcial. Su primer técnico en el mundo del triatlón, José Rioseco, detalla con una frase lo que ha sido una constante en la vida del tetracampeón del mundo, tal vez, la clave que lo ha catapultado hasta la gloria. «Si yo le ordenaba calentar todos los días sobre una baldosa, sabía que me podía dar la vuelta o ni tan siquiera aparecer por la piscina y sabía que Javier iba a hacer todo el calentamiento como le había mandado y sobre esa misma baldosa», asegura el entrenador, quien agrega: «Puede que tuviese a chavales con más talento que él, pero ninguno era capaz de entregarse así». Las 24 horas del día de Javier Gómez Noya están destinadas al triatlón y han sido diseñadas con una disciplina marcial.

Voracidad de los grandes

Con una meta en el horizonte. Alguien que ha ganado todo lo que ha ganado Gómez Noya, poco a poco se va quedando sin objetivos por los que luchar. Otros con menos, han aflojado su esfuerzo. Él, sin embargo, no ha perdido ni una pizca de su voracidad. Es un competidor insaciables. Río ya se ve en el horizonte.