Despedida desde la cumbre

Marcos Pichel LUGO / LA VOZ

DEPORTES

Mercedes de Santaló dijo adiós al atletismo tras 22 años en las pistas con una meritoria medalla de bronce en el Campeonato de España

29 jul 2014 . Actualizado a las 11:35 h.

Escogió el momento y el lugar para decir adiós a dos décadas de atletismo. Mercedes de Santaló, la mejor lanzadora lucense de todos los tiempos, y una de las más brillantes atletas gallegas en estos años, decidió retirarse, eligiendo como marco los Campeonatos de España. Y lo hizo en la cumbre, firmando un nuevo podio para su brillante palmarés. Lanzó el disco hacia la medalla de bronce.

Llegaba un poco debilitada, por culpa de una amigdalitis que le obligó a tomar antibióticos días atrás. Pero destapó todo su talento competitivo. Y si con 50,84 metros, era la quinta del año, en el círculo de lanzamientos prácticamente calcó esa marca. Hizo 50,71 en su primer envío. Y tras la ronda de apertura, encabezaba la prueba. La superaría en el segundo la, a la postre, campeona y, mejor especialista nacional del momento, Sabina Asenjo. Pero tuvo la plata en su propiedad hasta que otra clásica, y gran competidora como ella, Irache Quintanal, se lo arrebató en el último, con 51,23 metros.

22 años de trayectoria

A sus 32 años, lo deja después de 22 en las pistas. «Empecé en el colegio, en el Compañía de María. Lo compaginaba con el baloncesto», recuerda. Aunque una fallida prueba para entrar en el Ensino decidió un destino ligado para siempre al rey de los deportes. En su primera competición hizo un pentatlón. Después, peso. «Pero no me entusiasmaba», admite (durante invierno y en las ligas de clubes lo ha compaginado con el disco).

«Lo que me gustaba era el ambiente del grupo. La prueba que hacía, en principio, era lo de menos». De su entrenador en la escuela, Nani, pasó a Manuel Castaño. «Mi salvador», dice. «Él fue quien dijo: ?Esta niña tiene envergadura y altura para hacer disco?». Castaño, descubridor de buena parte de los mejores lanzadores lucenses resalta de Mercedes «su constancia y capacidad para luchar». «Han tenido poco respaldo, y han llegado muy lejos con recursos limitados. Ella, entrenando es de diez; compitiendo, de doce».

Bajo su manto, llegó el primer avance. Después, hubo otro punto de inflexión, cuando en el año 2.000 entró en contacto con el grupo de Raimundo Fernández, a través de su hijo, que llevaba la escuela de atletismo universitaria en A Coruña. «Con Raimundo empecé a entrenar mucho más en serio. El atletismo pasó a ser una filosofía de vida», repasa. Dio un salto en sus marcas, y el podio nacional se convirtió en su hábitat natural.

El siguiente paso, la vida laboral, que condicionó sus entrenamientos. Y el cambio definitivo, con la maternidad, con la llegada de Carmen, su hija junto al jabalinista y campeón de España José Manuel Vila. El atletismo tiene que pasar a un segundo plano, debía entrenar sola buscando horas donde no las hay... Vila es su principal respaldo en la decisión, aunque reconoce que, en cierta medida, le apena: «Yo la veía perfectamente, con las características necesarias para optar a batir el récord de España, si tuviese el tiempo necesario. Pero con la vida familiar, el trabajo... Lo veo una decisión correcta».

En la élite

Mercedes logró su primer título de campeona de España en el año 2003, con 44,80 metros. Era promesa. No detuvo su progresión. En el 2007, se subió por primera vez al podio absoluto, segunda, con 51,86 metros. Llegarían cuatro medallas más, y el cénit del oro, en 2008 en Tenerife, con 53,68 metros (ese año hizo su plusmarca personal: 54,49). Un bronce, otra plata, y el año pasado, ya mamá, subcampeona. Por el medio, internacionalidades. La primera, en Tel Aviv, en el 2006, en una Copa de Europa. «Una experiencia inolvidable. Yo me veía muy pequeñita entre aquellos grandes atletas, como Manolo Martínez».

Y anteayer, en el adiós, bronce. «Despedirse con un podio está fenomenal», sonríe. En el último tiro tuvo molestias en el tendón de Aquiles, lo que la condicionó. Y cuando terminó, la emoción se desató. «Sabina e Irache [oro y plata] rompieron a llorar, y yo ya no me pude aguantar más», dijo, sobre una competición que recordará para siempre: «Son momentos que se te quedan grabados».