Mundial 2014: Brasil se encomienda a todo menos al balón

Toni Silva REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Rezos, inquinas arbitrales o peleas en el túnel de vestuarios intentan ocultar el pésimo fútbol de la «canarinha»

30 jun 2014 . Actualizado a las 18:45 h.

Los brasileños que confían en ver a su selección campeona no hablan de fútbol. Han optado por rezar. La oración es la nueva vía para la victoria, más segura que la pizarra de un Scolari al que prefieren no cuestionar -de momento- para evitar un ruido que perjudique al tambaleante recorrido de la canarinha. Ya si acaso, si la Copa del Mundo viaja a otro país, se ajustarán las cuentas con un entrenador que está más concentrado en desviar la atención hacia el arbitraje que en reelaborar un sistema reducido a hacer llegar el balón a un joven de 22 años.

Agónicos rezos

¿Dios va con Brasil?

A buena parte de la actual plantilla de la selección brasileña se le queda grande una camiseta de leyenda. Por el fútbol desplegado y las sensaciones emitidas desde el campo. El sábado ante Chile, durante la tanda de penaltis, los de Scolari transmitieron preocupantes sensaciones de fragilidad mental después de noventa minutos en los que no merecieron la victoria. Fue portada de numerosos periódicos de todo el mundo. Abrazados, con rostros agónicos y rezando. Implorando a otra dimensión. Rezando igual que rezaba la grada y toda la población del país, cuya bandera incluye la leyenda «Ordem e Progreso», pura ironía si se aplica a la selección. Ni orden ni progreso en el juego, con una equipo sin centro del campo. Así, solo queda rezar.

Leyendas

Invocar a Pelé.

Segundos antes de iniciarse la prórroga, los jugadores de Brasil vieron cómo desde lo alto de la grada del estadio Mineirao se descolgaba una imagen gigante de Pelé, el icono del fútbol y la victoria. Como si de otro Dios se tratase, el público les pedía que si no ganaban por ellos al menos lo hicieran por respeto a él, a Pelé. Volvía la sensación de que la camiseta amarilla les quedaba demasiado grande.

Árbitros

El dedo acusador de Scolari.

Si Dios va con Brasil, los árbitros son el demonio. Da igual que al japonés Yuichi Nishimura fuese el jugador número 12 de la canarinha ante Croacia en la jornada inaugural, que tampoco mereció ganar. Scolari le dio la vuelta al calcetín y ahora carga contra el estamento de los jueces para ocultar las limitaciones de los suyos bajo su propia batuta. Antes, durante y después de los partidos. «Los árbitros están un poco reticentes con Brasil», se despachó el sábado tras el pseudodesastre contra Chile.

Peleas fuera del campo

Implicado el jefe de prensa.

La selección de Chile acusó a Rodrigo Paiva, responsable del servicio de prensa de la selección de Brasil, de haber empujado al chileno Pinilla en el túnel de vestuarios durante el descanso. El aludido señaló que fue solo «una confusión generalizada», y acusó a uno de los ayudantes del seleccionador de Chile de haber iniciado la pelea.

Brasil está sobrecargada de presión, obligada a ganar el título con mimbres muy endebles. De ahí la colección de mensajes de distracción y estratagemas alrededor de la canarinha. Brasil es un desastre balompédico, pero la culpa nunca atañe a los jugadores. El entorno de la plantilla ha apuntado incluso a que un sector del público no estuvo a la altura con una explicación peregrina: las entradas eran muy caras y solo accedía gente VIP a la que no le gusta animar.