Francia convence en el Mundial apoyada en el juego de Benzemá

Colpisa

DEPORTES

FABRIZIO BENSCH

La regeneración de la selección gala asombra cuatro años después del bochornoso motín de Sudáfrica

21 jun 2014 . Actualizado a las 22:38 h.

Hace justo cuatro años, Francia entera se avergonzó de un grupo de «niños consentidos» que se negaron a entrenar en señal de protesta por la expulsión de Nicolas Anelka, que había insultado a Raymond Domenech, el seleccionador de origen catalán. Hoy, bajo la dirección de Didier Deschamps, capitán de la selección gala que conquistó el título en 1998, el único Mundial de este país, muestra su candidatura al título en Brasil tras dos victorias incontestables, el 3-0 del estreno ante Honduras en Porto Alegre y el 5-2 del viernes ante Suiza en Salvador de Bahía. Sólo con ver cómo festejan los jugadores franceses sus goles, todos unidos y dirigiéndose hacia el banquillo para compartir la alegría con los menos habituales, se concluye que existe compromiso y dedicación.

Y eso que desde lejos se observan aún reminiscencias del pasado, como esa foto que ha obtenido Bild y en la que se muestra a Franck Ribéry dándose a la buena vida de vacaciones en una playa de Ibiza y, según cuenta el sensacionalista diario alemán, fumando marihuana. A pesar de ser la gran estrella del fútbol francés junto a Karim Benzema, quizá al final Deschamps tenga que agradecer su baja de última hora por una lesión en la espalda de la que las malas lenguas afirman que no hizo todo lo humanamente posible por recuperarse. Sólo la estrella del Bayern y quizá los médicos puedan saberlo, pero sí es cierto que en el vestuario Ribéry genera envidias y tensiones.

Sin la calidad de antiguas estrellas como Zinedine Zidane o Youri Djorkaeff, Deschamps utiliza sus dotes de mando, su liderazgo y su capacidad de trabajo para devolver a la selección ese espíritu del 98 y dejar de recordar la vergonzosa huelga de los jugadores, el lamentable fracaso deportivo de Sudáfrica y hasta la debilidad cultural que se le achacaba a Domenech. Lacras y motines que persiguieron varios años a los bleus y que les alejaban de la sociedad de forma casi insalvable.

La repesca mundialista marcó un punto de inflexión para Francia, que acabó detrás de España en la fase de clasificación y se la jugó ante Ucrania. La ida fue un desastre y tuvo que remontar dos goles de diferencia en Saint Denis. Pero aquella noche gloriosa los hombres de Deschamps vencieron por 3-0 y con su lucha y entusiasmo volvieron a enamorar a todo el país. Desde esa remontada épica, la selección gala disfruta de un estado de gracia con triunfos contundentes y excelente ambiente entre los jugadores.

Deschamps, un ganador nato, afrontó la reválida brasileña tras su exitoso paso por varios equipos como el Mónaco, la Juventus y el Marsella. Pensando ya en proyectar sobre todo su equipo hacia la Eurocopa del 2016 que se celebrará en su país, ha compuesto un bloque homogéneo, con una atractiva mezcla entre juventud, veteranía, músculo y talento. La apuesta en la convocatoria final por Antoine Griezmann, que ha hecho una gran temporada con la Real Sociedad, representa el mejor ejemplo del cambio.

Tras superar la repesca, Francia entró en el bombo para el sorteo mundialista de forma polémica. Era el peor equipo clasificado de todos los países europeos y en el ránking mundial, por lo que le hubiese correspondido estar en el bombo de los combinados africanos, más Chile y Ecuador. Al final la FIFA decidió realizar un sorteo previo para ver qué equipo europeo estaría en ese bombo, donde al final entró Italia, y los galos quedaron encuadrados en un grupo sencillo

Deschamps ha perfilado un once claro en el que Benzema es el líder indiscutible, y más sin Ribéry. Tras madurar en el Real Madrid, conquistar la décima y tener el valor de jugar incluso lesionado la final de Lisboa ante el Atlético, aun a riesgo de una recaída muscular que le dejaría sin Mundial, ha cogido las riendas de una selección en la que Varane es el jefe de la defensa y el juventino Paul Pogba domina el centro del campo. Hay otros hombres claves del resurgimiento, como el ariete Giroud, el punzante Matuidi o el pequeño Mathieu Valbuena, símbolo del Marsella y cuyo padre, Carlos, es vallisoletano. Es quizá la apuesta más personal de Deschamps. Un notable enganche que se asocia, llega y se sacrifica en pos del equilibrio y la recuperación.

El resurgimiento de Karim ha sido progresivo desde que en octubre del 2013 rompió una racha negra de nada menos que 1.222 minutos sin marcar con su país. Anotó en un amistoso ante Australia y acabó con lo que él mismo definió como la peor etapa de su carrera. Luego repitió contra Finlandia, Ucrania y Holanda y ya suma tres goles en este Mundial, una cifra que tras el éxito frente a Suiza le colocaba como pichichi mundialista junto al alemán Müller y los holandeses Robben y Van Persie.

«Cada partido con Francia tengo que ser el mejor. Incluso, tengo más presión y responsabilidad que en el Real Madrid. Trabajo para conseguirlo. Me veo bien física y mentalmente porque la cabeza es lo más importante. Si no estás bien de ahí, no funciona lo demás», ha declarado el delantero, de 26 años.

Evita desatar la euforia

«Francia no es favorita pero disfrutamos de un grupo con gente joven y con mucho futuro. Desde el partido contra Ucrania jugamos mejor. Pensamos sólo en el siguiente compromiso, en cerrar bien la clasificación contra Ecuador en Maracaná y luego en el primer cruce hicimos un partido casi perfecto. Fue una gran noche y una demostración de eficacia», subrayo Deschamps tras apabullar a los helvéticos del serio Ottmar Hitzfeld, que se jubilará tras el torneo después de 31 años en los banquillos.