Ancelotti diluye el toque del Bayern

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Convirtió en inocua la posesión de los alemanes y el Madrid dispuso de las mejores ocasiones

24 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En este tipo de situaciones siempre es difícil valorar si el desarrollo y conclusión de un partido emerge de los méritos del ganador o de los fallos del que termina derrotado. Quizás, el marcador de ayer en Chamartín tenga un poco de cada. Porque el Madrid se desvivió en las ayudas, defendió su idea hasta el último minuto y golpeó como se esperaba: al galope. Por el contrario, el toque del Bayern casi siempre pareció inocuo y en la trampa que preparó Ancelotti se fue diluyendo sin remedio.

El sistema 4-4-2

Otra vez para achicar espacios

Ante la ausencia de Bale, Ancelotti se decantó por un sistema que le permite agrupar más gente en el centro del campo cuando al Madrid le toca replegarse. Lo ensayó frente al Barcelona durante la final de la Copa del Rey y lo volvió a exhibir en el Bernabéu. Al Bayern le costó romper esta barrera, porque sus jugadores más determinantes recibían la pelota en los dos costados y, gracias a las constantes ayudas sobre los laterales, sin líneas de pase claras para generar acciones de peligro.

De hecho, fue el Madrid quien dispuso de las oportunidades para continuar ampliando el marcador. Cada recuperación de los blancos en la zona de creación significaba una auténtica tortura para la defensa alemana.

La posesión

Un Madrid volcado en la contra

Los números no engañan. El Bayern de Guardiola fue fiel a su estilo. Se adueñó de la pelota y dispuso de ella más del 65% del tiempo en que estuvo en juego. Sin embargo, el movimiento del esférico no pareció lo suficientemente rápido como para desequilibrar las dos líneas de cuatro colocadas por el técnico italiano. Y los alemanes se diluyeron poco a poco hasta difuminarse tras el descanso.

Porque en el despliegue de Guardiola se adivinan carencias. Sin Thiago, le falta el ADN de la Masía. Ese que es capaz de que un futbolista se convenza de que una entrega a un solo toque vale por dos. Al Madrid le lastimaba muy poco ese desplazamiento pendular sin mordiente. Esta circunstancia animó al conjunto de Chamartín a adelantar su línea de presión y en la segunda mitad empezó a ganar terreno para le desesperación del entrenador catalán, que nunca había perdido en el Santiago Bernabéu. Paradójico fue que de la entrada de Javi Martínez en el centro del campo -con el regreso de Lahm al costado- y la aparición de Müller -dos modificaciones que le añadían centímetros y músculo en la medular- surgió el milagro de Casillas. Un balón suelto tras un centro al área lo recuperó Götze para poner a prueba los guantes del meta madrileño. El capitán de la selección española no defraudó.

Coentrao

Desaceleró a Robben

El lateral portugués, muchas veces blanco de las críticas, fue una de las claves del valioso resultado que cosechó el grupo de Ancelotti. Tenía una de las misiones más complicadas: la de frenar a Robben. Y no solo cumplió con este cometido, sino que se incorporó al ataque con acierto. Buena prueba de esto es la acción del único gol que subió ayer al marcador. En el que le ganó la espalda a su marcador y ya dentro del área sirvió a Benzema para que el francés solo tuviese que empujar el balón hacia la red de Neuer.

El marcador

Corto para los méritos blancos

Dio la sensación de que el partido que ayer se jugó en el Bernabéu fue más parecido a lo que Ancelotti se había imaginado que a lo que Guardiola había diseñado en la caseta de Vallecas. Con el dilema de la posesión resuelto, con la certeza de que a su público le importa más pegar que acariciar, al Madrid se le quedó cortó el marcador. Varias imprecisiones en los últimos metros le privaron de viajar a Alemania con una renta cómoda. No fueron demasiadas, aunque sí bastante nítidas. Cristiano, Bale o Di María bien pudieron castigar las debilidades defensivas del Bayern.

De todos modos, en las filas de Ancelotti nadie esconde que el 1-0 supone un excelente resultado para la vuelta, donde los blancos van a encontrar espacios para volar después de cada error. Pero también saben que les tocará sufrir.