Del CRAT al campeón de Asia

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

El coruñés Andrés López triunfa con los Beijing Devils, actuales campeones de Asia, y potencia su carrera profesional en el país que lo acogió hace cuatro años

22 abr 2014 . Actualizado a las 11:26 h.

Andrés López Pérez (A Coruña, 1984) acude a una entrevista de trabajo. «¿Tendrías algún problema en estar en un ambiente en que solo te entendieses con gente de la oficina?», le espetan. «Soy poco hablador y bastante aventurero, ¿por qué iba a ser un problema?», resuelve.

Así tiró de su propia espoleta vital este gallego. Así ha llegado desde fútbol, la natación, el atletismo y el patinajes hasta el rugbi. Desde el CRAT hasta el campeón de Asia, los Beijing Devils. Desde un intento fallido universitario en Ferrol (Industriales) a la dirección de márketing de Telefónica para todo Asia Pacífico.

Llegó al rugbi con la mayoría de edad. Ferrol era una tierra yerma. «A veces éramos solo dos personas entrenando por los patios de los colegios. Si en esas condiciones le cogí gusto al rugbi, será muy difícil dejarlo», concluye.

Incentivado por su primo Alfonso Salazar (cratarian de pro) se enroló en los juveniles entrenados por Alberto Torreiro. Fue una época de bastante ajetreo para Andrés, alternando estudios y deporte, Ferrol y A Coruña. Debut con el Almallo en Elviña, primeros títulos con el CRAT (Liga y Copa Xunta) y presencia en el Campeonato de España en Villajoyosa. La fulgurante carrera con el oval en la mano no tenía correspondencia con los libros bajo el brazo. De manera que tocó golpe de timón.

Compaginó los cursos de ADE con los de rugbi y la cantina del club. Los ascensos frustrados a División de Honor B marcan aquella época. A finales del 2009 obtuvo una beca de la Cámara de Comercio de A Coruña como representante en Pekín. Allí cruza su destino con el de los Beijing Devils. A partir de ahí, proyección laboral y deportiva van parejas. En los estertores de la beca, es Telefónica la que le reclama.

Los Devils son los actuales campeones de Asia (amateur), tras haber ganado a Seúl, Shanghái y Manila. «Es un equipo muy joven, formado en su mayoría por estudiantes de chino, de varias nacionalidades, pero sobre todo ingleses, escoceses, franceses, australianos y neozelandeses», relata. A finales de marzo los Devils regresan a los entrenamientos, tras el parón invernal (de noviembre a abril) debido a las bajas temperaturas (15 grados bajo cero).

Llegados a este punto, Andrés tiene clara su escala de valores y su futuro inminente: «No me planteo volver a Galicia. La cosa está muy complicada y aquí tengo la opción de desarrollarme de forma profesional con experiencias increíbles y a veces notablemente impactantes. Estar aquí me aporta puntos de vista diferentes que me ayudan a resolver antes las situaciones que se presentan». «Por otra parte, en ningún momento fue para mí el deporte una meta, nunca ha sido mi medio de sustentación y por ello me ha servido siempre como vía de escape. Un entrenamiento de rugbi me puede arreglar un día de largas reuniones con resultados negativos y acabar sonriendo, pero cuando toca apretar en la oficina, le soy infiel», matiza.

Hace cuatro años que Andrés hizo de Pekín su ciudad. «Al taxista le indicaba con las manos y en la tienda cogía lo que necesitaba o preguntaba con fotos», recuerda. «Es descomunal. Hay planes que se te quitan las ganas de hacerlos solo por la lejanía», dice.

«La primera salida fue más una aventura que una proyección planificada. No vine a China con la desesperación que llegan algunos ahora. Parecen aquella emigración que iba a Suiza o a Argentina, que recuerda a la foto de Manuel Ferrol. Aquí hay gente trabajando para mandarles dinero a su mujer e hijos. Son un ejemplo de coraje. Yo puedo echar de menos a mi familia y mis amigos, pero no es lo mismo», analiza.

«En Pekín sienten auténtica pasión por la comida, no es lo que vemos en Galicia. Si un chino te invita a comer podrás probar unos 30 platos y probablemente no te gusten 25», describe. «Me fascina que sea imposible sacarle algún compromiso a un chino en una primera reunión. Son concienzudos en todo y a las negociaciones les dan mil vueltas. A los que vienen a hacer negocios a China les dicen que tienen que tener paciencia para que el proyecto dé sus frutos. Lo hacen para no desanimarlos. En realidad hay que tener muuuuucha paciencia», resalta.