Una carrera que da la vida

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

CESAR QUIAN

Nació en Salé hace 22 años, llegó a España de niño en los bajos de un camión, pasó por Andalucía, Italia, Holanda, Valencia y el País Vasco, y trabaja de noche en el puerto

07 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Hay dos tipos de personas. Los que corren para huir. Y los que lo hacen para vivir. Abdelaziz Fathi (Salé, Marruecos, 1992) pertenece a este segundo grupo. Aunque podría esgrimir razones de sobra para dejarse seducir peligrosamente por el primero. El día 16 participará en Mérida en su tercer Campeonato de España consecutivo de campo a través. Después apuntará al Nacional de 10 kilómetros y al promesa en pista. Es una de las esperanzas gallegas. Este hito irá directamente a engrosar el palmarés de su vida, mucho más meritorio que el atlético.

Aziz, apelativo con el que le reclaman sus amigos, «es un ejemplo de superación», según Elena González, su entrenadora en el Club Marineda Atlético. Puede que ahora viva uno de sus mejores momentos. Destaca en el deporte y trabaja por las noches en el puerto de Sada. Pero nunca lo tuvo fácil. «Hay gente con más oportunidades», reconoce.

Hace seis años que se entrena en el Marineda. Antes, seis meses con el Coruña Comarca. Entonces pertenecía al Centro de acogida y protección de menores San José de Calasanz. Penúltima estación de un viaje que inició siendo un niño, pasajero clandestino en los bajos de un camión que entraba en España procedente de Tánger. «Tenía ocho años. Lo intenté treinta y cuatro veces. Llegaba a Algeciras, o a Cádiz, me cogían y me deportaban. La última vez, salí andando. Ya no me veía nadie», recuerda Aziz, antes de resaltar la gravedad de su decisión: «La cosa estaba muy mal en Marruecos, y yo tampoco estaba bien en casa. He vuelto solo una vez. La relación ha mejorado, pero el país no. Echo de menos a mi familia. Es casi lo único que extraño». En la distancia ha tenido que superar el fallecimiento de su hermana de cinco años.

Siguiendo la senda de aquel de quien pudo echar mano, buscó trabajos para niños en Andalucía, Valencia, Italia, Holanda, Francia y el País Vasco. «Allí me hablaron genial de Galicia. Ahora sé que es gente mucho más abierta y amable que en otros sitios. Me gusta el clima. Adoro correr bajo la lluvia, no tanto con viento. Me atrae A Coruña, su tranquilidad, su playa. Me siento más gallego que marroquí. Aunque me denegasen la nacionalidad», asegura.

Salpica su relato de críticas al trato oficial hacia el pobre y el inmigrante sin recursos: «Es muy difícil aguantar y sufrir. Hay que tener muchas ganas de seguir adelante. Algunos no lo soportan». Él lo consigue «gracias a gente como Elena, que me ayuda dentro y fuera del club».

El deporte es un secundario clave en una trama vital demoledora: «Lo primero es comer, vivir. Busco donde me pueda ganar la vida. Estudié idiomas e informática, soy carpintero, soldador, encofrador, repartí publicidad. Si mañana sale un buen trabajo en Francia, allá me voy, aunque me duela dejar Galicia. Es difícil vivir del atletismo. Pregunten a Pedro Nimo o Alejandro Fernández. Pero disfruto mucho, me da amigos, es un deporte limpio. No se trata de ganar, sino de la salud».

Probó el fútbol, al fútbol sala y es un experto jugador de billar. Le enganchó el atletismo, desde que corría populares en Valencia con trece años. «Llego cansado de trabajar y así es difícil rendir más del 60%. A veces voy directo del puerto a los campeonatos. Con todo, intentaré llegar a campeón. Hay que seguir adelante, no queda otra», dice.

Elena González lo define como «un atleta con calidad, muy valiente, extrovertido y agradecido; siempre tiene un buen gesto y sonríe; puede mejorar e intenta corregir errores». «Su proyección es buena pero su descanso por motivos laborales no es el idóneo y entrenar solo por la misma causa no le beneficia», analiza.