Cruzar el charco por pasión

Miguel Álvarez LUGO / LA VOZ

DEPORTES

Los nadadores lucenses Martiño y Max Galván Neira estudian en California para poder mantener su nivel de entrenamiento

11 feb 2014 . Actualizado a las 09:43 h.

Hermanos y nadadores. Martiño y Max Galván Neira han abandonado las tierras lucenses en las que se criaron para asentarse en Estados Unidos. Concretamente, en California. El motivo, según explica el primero, radica en compatibilizar los estudios con los entrenamientos, algo que consideran muy complicado en España. No pierden las raíces y, en las competiciones nacionales, le echan una mano al Club Fluvial de la ciudad de la muralla. Pero sus ambiciones personales les han llevado a cruzar el charco por pasión.

El primero en dar el salto fue Martiño, el mayor. «Empecé a nadar con seis años y vi que gente mayor que yo perdía rendimiento cuando llegaba a la universidad. En España no se ayuda demasiado a compatibilizar», explica. La pasada campaña se mudó a Kentucky. Fue una experiencia no del todo gratificante. «Tuve dos problemas. El primero, que vivía en un sitio aislado. El segundo, que no estaba de acuerdo del todo con mi entrenador», asevera.

De esta manera, en verano cambió de aires. Eso sí, después de animar a Max Galván, su hermano pequeño y aún menor de edad, para que le siguiese. «Encontré la opción de estudiar en un instituto allí y no me lo pensé», señala este.

El ritmo de vida que ambos mantienen en tierras estadounidenses es muy elevado. Martiño se levanta «a las 5.30 horas -Max, a las 4.30-». «Voy a nadar, a clases, y vuelta a nadar. No me queda mucho tiempo libre», relata. Al mismo tiempo, está matriculado en las carreras de Matemáticas y Economía.

Max Galván, por su parte, supera a pasos agigantados sus problemas con el idioma. «Cuando llegué, no me enteraba de lo que me decían. Pero he mejorado y los profesores del Instituto Santa Margarita se han portado muy bien conmigo», manifiesta.

Plan educativo

Al igual que le sucedió a Max Galván, Martiño tuvo que superar las barreras idiomáticas cuando llegó a Estados Unidos: «Tanto estudiar inglés y, a la hora de la verdad, no sabemos conversar». «El primer día, me dieron ganas de volver a España», confiesa. Pero, poco a poco, el mayor de los Neira fue tirando puertas: «Las instalaciones de cada universidad e instituto son brutales. Hay piscinas de cincuenta metros y todo son facilidades».

«Existe una rutina en la que no tienes que forzar para llegar a los sitios. Todo está estructurado para alternar los estudios con el deporte, porque, en mi universidad, el setenta o el ochenta por ciento de la gente lo practica», comenta Martiño.

Otro de los aspectos que los hermanos Neira deben cuidar es el de la alimentación. «Yo vivo en una residencia y allí puedo comer sano. Pero si sales de eso, todo es comida rápida», apunta Martiño. Max Galván también lo tiene sencillo, pues reside con una familia estadounidense.

Tras realizar una apuesta tan fuerte que les ha llevado a atravesar el Atlántico, los hermanos Neira no se marcan objetivos deportivos. Les encanta la natación y lo único que quieren es probarse, saber adónde pueden llegar. «No participaré en un Mundial o unos Juegos», afirma Martiño.