Rafa Nadal, el hombre indestructible

Ignacio Encabo / dpa

DEPORTES

El mallorquín, número 2 de la ATP y flamante vencedor del US Open, exhíbe el mejor tenis del circuito

10 sep 2013 . Actualizado a las 18:02 h.

Rafa Nadal parece un hombre de piedra, que no se rompe ante los golpes, que resiste cualquier peso que le caiga encima para luego levantarse todavía con más fuerza. Nadal se levantó en el 2012 después de siete derrotas consecutivas ante Novak Djokovic en siete finales, cifra que desquiciaría a cualquiera. Y se levantó después de una lesión de rodilla que le apartó del circuito siete meses y llenó su cabeza de dudas. A lo primero contestó con seis victorias en los siguientes siete partidos con el serbio. Y a lo segundo respondió con diez títulos en menos de ocho meses.

Nadal es el número dos del ránking de la ATP, pero todo el mundo puede pensar -sin miedo a equivocarse- que es el mejor tenista de la actualidad. Conquistó en Nueva York el Abierto de Estados Unidos, su décimo tercer Grand Slam, con otra lección de tenis en la cancha Arthur Ashe. Y ante Djokovic, el número uno del escalafón oficial.

«Los partidos se ganan con la raqueta, evidentemente, pero hay momentos que van más allá de todo eso. Insistir, aguantar, buscar la solución, pelear cuando van mal, no dejarse llevar porque en algunos momentos te estén destrozando. Hay que seguir manteniendo la ilusión, la pasión, la concentración», dijo Rafa Nadal después de conquistar su décimo tercer Grand Slam.

Nada frena al español, de 27 años, un tenista que es casi igual de duro que el cemento, terreno que ya pisa sin miedo. La pista dura es la superficie que más respeto le daba al «rey» de la arcilla cuando volvió en febrero de su lesión de rodilla. Sin embargo, resultó ser sobre la que mejores resultados logró.

Nadie sabe lo que es ganar a Nadal en cemento en el 2013. El balear, que si alcanza las semifinales en el torneo de Pekín a comienzos de octubre será el nuevo número uno del mundo, encadena 22 victorias consecutivas y cuatro trofeos: Indian Wells, Montreal, Cincinnati y US Open.

Nadal regresó al circuito en el torneo de Viña del Mar rodeado por las dudas sobre cómo iba a responder su rodilla. «Lo único que pensaba era en poder tener una temporada. Más que en tener una temporada buena o mala, lo que pensaba era en tenerla», aseguró durante el US Open el español.

La tuvo. Y buenísima. Nadal ganó dos Grand Slam, cinco Masters 1000 y otros tres títulos más desde febrero y sólo perdió tres partidos.

«Nunca pensé que podía pasar. Estaba emocionado por volver al circuito. Nunca pensé en competir por todo lo que competí este año.

Es más que un sueño por eso. Tengo mucha suerte de todo lo que pasó desde que volví», señaló.

Rafa Nadal se impuso en la final del US Open a Djokovic, su bestia negra durante tanto tiempo. En el 2011 el balear perdió las seis finales que jugó ante el serbio y la racha se extendió a la memorable final del Abierto de Australia del año siguiente. Nadal no encontraba la forma de revertir la situación hasta que vio una pequeña luz que se encendía en el tercer set del US Open 2011.

El español aprendió a volver a competir contra Djokovic, un rival que se hacía gigante cuando tenía delante a Nadal desde que ascendió a la élite del tenis, un rival que le arrebató el número uno del mundo al ganarle en la final de Wimbledon 2011.

«No estaba compitiendo bien. Mucho mérito es del rival, que no me dejaba hacerlo. De la final del 2011 salí satisfecho, y a partir de ahí supe que estaba en condiciones de poder ganar», recordó Rafa Nadal después de las semifinales. El mallorquín se levantó ante la adversidad y volvió a ganar a Djokovic en su terreno, en la arcilla de Montecarlo. Desde entonces, Nadal ganó seis de los siete duelos.

«Muchas veces caes como deportista, pero tienes que aprender la lección y seguir, seguir peleando y seguir mejorando. Es para lo que estamos». La frase bien la podría haber pronunciado Nadal, pero salió de la boca de Djokovic después caer en la final. Nadal cayó varias veces y siempre se levantó. Ahora es Djokovic el que está en la lona y a un paso de perder el número uno. «Caen de un lado o de otro. No tengo ninguna duda de que me volverá a ganar. No hay tendencias que no cambien y al final lo único que es decisivo es que esto (el trofeo) este conmigo».