El juego de la gallinita ciega

josé varela REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

La Xunta repite año tras año el error de no comunicar los cambios en la normativa de la temporada antes del sorteo de los permisos de pesca

15 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Como cada año por estas fechas, la Dirección General de Conservación de la Naturaleza de la Xunta juega a la gallinita ciega con los pescadores de río en Galicia. Se ve que le tomó gusto al entretenimiento de hacerlos participar en un sorteo sin darles a conocer previamente las características de su elección. En el DOG del 3 de septiembre pasado se publicó la Resolución de la citada dirección general que daba a conocer las normas para los sorteos de los permisos de pesca.

Demanda excesiva

Un desfase desigual

Para quienes desconozcan el funcionamiento y donde tiene causa este método, habrá que aclarar que la demanda de permisos de pesca por parte de los aficionados excede largamente la capacidad de los tramos de río acotados, razón por la que las plazas disponibles son sometidas a un sorteo. Este desfase no es igual en todos los ríos; sucede que algunos gozan de la predilección de los pescadores, y son los acotados más solicitados hasta el punto de que, con frecuencia, al iniciarse la temporada ya tienen el cupo de cañas adjudicado para toda la campaña. Esto es, aquel que no obtenga su permiso en el sorteo, se queda sin pescar en ese tramo durante ese año. De ahí la avidez y la legítima ansia de los pescantines por hacerse con un boleto.

el sorteo

Un método razonable

El método, sin ser el único posible, es razonable y el sorteo se presenta como una de las opciones más prácticas, pues todos los aspirantes invocan el mismo derecho -no es el caso ahora de ahondar en la reivindicación específica de los pescadores ribereños, niños que se inician, o algunos otros colectivos que podrían reivindicar un trato diferenciado, etcétera-. Hasta aquí, todo correcto. Pero sucede que la misma dirección general que convoca el concurso altera cada temporada, a veces levemente y a veces no tan levemente, la normativa que habrá de regir la actividad deportiva cada campaña. (Nada que objetar: la presión piscatoria puede ser lesiva para la población truchera, el río pudo haber sufrido una contaminación grave...). Así, hay tramos acotados que pasan a ser de pesca sin muerte, que reducen el número autorizado de cañas diarias, el cupo de capturas, la talla de los ejemplares que pueden llevarse al cesto, los días hábiles de pesca, etcétera. (Tampoco es el momento de discutir la idoneidad de estos cambios).

Opacidad en los cambios

El error que se repite cada año

Pero lo que no es en absoluto comprensible es que la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras abra un concurso para solicitar permisos de pesca fluvial sin dar a conocer previamente esos cambios, que, con rango de Orden, suelen hacerse públicos a finales de diciembre o en enero. Pues, pese a todo, el esperpento se reitera año tras año. Lo dicho, el juego de la gallinita ciega: los aficionados han de elegir -este año desde el día 12 de diciembre- con los ojos vendados.

El asunto daría munición para la demagogia: pago de licencias, pago de permisos, economía de escala -equipo de pesca, comidas en restaurantes próximos al río, desplazamientos, etcétera-, o progresivo empobrecimiento de la fauna ictícola de agua dulce, repoblaciones descerebradas, desprecio de los derechos de un colectivo de decenas de miles de ciudadanos, etcétera también. Pero, aun siendo tentadora esa línea argumental, de lo que se trata es de que la tomadura de pelo concluya de una vez por todas.

análisis el arranque de la campaña fluvial