Nueve toques para una obra de arte

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

El primer gol de la selección española ante Italia asombra por la calidad de su ejecución

03 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Decía Sócrates que ellos no habían jugado para ganar sino para sostenerse en la memoria de los aficionados. El fútbol brillante de aquella selección de Brasil que lideraba el carismático jugador carioca no alcanzó el premio de la victoria que por su propuesta alegre y atrevida merecía. Una forma de plantear los encuentros similar a la España de ahora. La diferencia es que mientras aquella canarinha no manchó el palmarés, la generación de oro española vive perseguida por la gloria. Mezcla a la perfección el virtuosismo con la finalización, con el resultado. El primer gol ante Italia en la final del domingo significó el mejor ejemplo de esta ola en la que se ha sumergido el combinado español durante los últimos cuatro años. Desde que Xabi Alonso controló el balón en la zona de creación hasta que Silva cabeceó a la escuadra de Buffon, nueve toques precisos convirtieron la jugada en una auténtica obra de arte.

Es el sello de esta España. Magia y definición. Hasta seis futbolistas intervienen en el último tramo de la jugada. Cambio de orientación de Xabi Alonso para la incorporación de Álvaro Arbeloa, que se encuentra en su bota un envío acolchado, un centro que baja desde el cielo liviano como las nubes. Después empieza el fútbol corto, el que madura a las defensas, que marea al rival. La paciencia y la anarquía ordenada comienzan a derribar la muralla del equipo contrario. Italia se siente desprotegida.

Y entonces se asocian Xavi e Iniesta. El manchego levanta la cabeza para detectar el desmarque de Fábregas, que rompe a la espalda de Chiellini, por el flanco más frágil de los de Prandelli. El pase es perfecto, parece el bisturí de un cirujano, y libera al mediapunta para poder disparar ante el portero italiano. Pero Fábregas cambia el rumbo lógico a la jugada. Su previsible tiro se convierte en un control orientado con el que desembaraza definitivamente de Chiellini y despista a Buffon. Luego, pegado a la línea de fondo, todavía tiene la sangre fría de buscar un compañero, una llegada desde la segunda línea.

Allí aparece Silva, con la velocidad de un deportivo, para recoger la potente dejada. La pelota impacta en la cabeza del jugador del Manchester City con la fuerza necesaria para que salga proyectada violentamente. La dirección que le imprime Silva, inmejorable, a la escuadra derecha del capitán italiano.

En el momento justo

Al término del partido, el jugador canario describía a la perfección cómo se había desarrollado la jugada, lo que se le pasaba por la cabeza en los instantes anteriores a poner en ventaja a España. «Estuve en el momento justo, vi cómo se desarrollaba la jugada y sentí que tenía que esperar un poco por el pase de Cesc en diagonal; y así sucedió. Fue todo muy rápido pero salió como lo había imaginado», indicó Silva, quien también liberó una frase que parecía destinada para aquella selección brasileña que comandó Sócrates: «Nuestro esfuerzo se vio realmente recompensado y eso no es tan común en el fútbol».

Pero si de algo puede presumir España es de ser una conjunto coral, un equipo donde por encima de las individualidades, emerge la armonía del grupo. Iniesta, el mejor futbolista del torneo y de la final, escenificaba esta unión cuando le preguntaban sobre las distinciones que había conquistado durante la Eurocopa: «Da igual quien haga los goles, no juego para conseguir balones de oro, lo hago para ser feliz. Si luego la gente valora lo que hago, pues encantado».