El Athletic, a la final por la puerta grande

Miguel Piñeiro Rodríguez
Miguel Piñeiro REDACCIÓN

DEPORTES

Vincent West / Reuters

Tres goles en 22 minutos dejan sin opciones de milagro al Mirandés, que cierra su gran aventura copera

08 feb 2012 . Actualizado a las 14:49 h.

Con el pie en el acelerador desde el pitido inicial, el Athletic de Bilbao dejó sin opciones de milagro al sorprendente Mirandés y en apenas 22 minutos, cerró la semifinal de Copa del Rey con tres goles. El equipo de Bielsa jugará su segunda final copera en cuatro años tras dejar clara su superioridad en San Mamés y confirmar el buen resultado de la ida.

Muniain, Susaeta y Aurtenetxe marcaron en un arrebato inicial de fútbol del Athletic, con rápidas combinaciones, llegadas de segunda línea y percusiones por banda. Un desajuste en la marca de Llorente facilitó el pase de Herrera a Muniain, que abrió el marcador. Poco después, una espectacular sucesión de pases terminó en un centro de De Marcos que Susaeta embocaba. Y el centro del centrocampista guipuzcuano lo cabeceaba Aurtenetxe para culminar el arranque.

El Mirandés trató de reaccionar. Cogió aire en medio de la avalancha y tuvo un par de llegadas antes del descanso. Iraizoz tuvo que lucirse a un remate de Pablo Infante, que vio interceptados dos remates de área en el comienzo del segundo tiempo. Fue el preludio del gol de Aitor Blanco a los 10 minutos de la reanudación, tras el rechace de un disparo al palo.

Salió el orgullo y también el fútbol del heroico Mirandés, que no quería despedirse de la Copa sin demostrar por qué había dejado por el camino a tres equipos de Primera en sendas eliminatorias de ida y vuelta. El Athletic, que antes del descanso pudo ampliar su ventaja con ocasiones de Muniain y Amorebieta, sufrió uno de sus habituales bajones de tensión en el segundo tiempo, hasta que Llorente dejó la pincelada de la noche: en carrera, se plantó ante Nauzet y le superó con una sutil vaselina. Luego, empujó en el segundo palo tras el enésimo desequilibrio de Muniain.

San Mamés celebró la fiesta que devino en goleada y despidió con una ovación al Mirandés, que antes del final redujo distancias tras una parada de Iraizor a falta de Muneta, que recogió Aitor Blanco. La misión del Athletic ya estaba cumplida: llegar a la cita decisiva de su torneo preferido.