Djokovic resiste a un maratón

Paulo Alonso Lois
paulo alonso lois REDACCIÓN / LA VOZ

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El serbio remontó a Murray en Australia tras un duelo de casi 5 horas

28 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Fueron cinco horas menos diez minutos de batalla física, mental, técnica y táctica, entre dos jugadores que se mueven entre un pasado brillante y un futuro por escribir. Nacidos el mismo año, llegados a la planta noble del tenis mundial mientras Roger Federer y Rafa Nadal protagonizaban duelos inolvidables, frustrados tantas veces por dos rivales que parecían inalcanzables, Novak Djokovic y Andy Murray viajan por caminos antagónicos, pero ayer escribieron juntos el argumento de un maratón de tenis magnífico. Si al serbio lo rodea un aura de superioridad forjado por su asombroso 2011, al escocés lo persigue su fama de perdedor, de jugador superado por los grandes acontecimientos. Y su enfrentamiento de ayer repitió esa historia hasta consumarse el triunfo por 6-3, 3-6, 6-7 (4), 6-1 y 7-5 del balcánico, que peleará por el título del Open de Australia con Rafa Nadal (Canal + Deportes y Eurosport, mañana, 9.30).

La simulación del balcánico

Pero reducir el partido a la historia de siempre sería una verdad a medias. Porque cinco horas encierran mil y una lecturas. Djokovic gana, al fin y al cabo, pero no arrolla como hace unos meses. El serbio superó un maratón de casi cinco horas sobre la pista, y tendrá un día menos de recuperación que Nadal antes de la final de mañana. El número uno mundial llegó a estar medio tirado en la lona, con dos sets a uno en contra, y recurrió como de costumbre al juego de la simulación, a sobreactuar en relación con su cansancio, a intentar descolocar mentalmente al rival. Y Murray progresa, pero también alimenta su fama de perdedor. Excelente contra los mejores, frente a los que le sobran triunfos en citas de aliño, se queda un peldaño por debajo cuando más importa.

El inicio del serbio

Djokovic gobernó de entrada el partido, pero con 6-3, 3-0 y servicio dejó que Murray se enganchase con su juego de alternativas. Nadie espera milagros de Ivan Lendl como entrenador del escocés, y sería absurdo aguardar un cambio radical en cuatro semanas de trabajo. Pero el planteamiento de Murray no varió mucho del habitual.

A diferencia de otras ocasiones, tuvo Murray la garra necesaria para levantar el partido pese a jugar con un segundo servicio muy pobre (medias de 139 kilómetros por hora y solo el 30 % de los puntos ganados).

Cuando el partido avanzaba por el segundo set, en plena reacción del escocés, Djokovic ya empezaba a hacerse el desfallecido. En el rincón opuesto, Murray se hidrataba con una botella entre punto y punto, sin esperar a los cambios, pues algunos juegos llegaron a durar un cuarto de hora. La pócima se cocinaba en el palco de Lendl, desde donde le pasaban las bebidas para recuperarse.

Murray se situó con dos sets a uno a su favor y el cansancio se dibujaba en la cara del número uno mundial. Cuando se esperaba que matase el encuentro, el escocés encadenó entonces unos juegos a la deriva. Entre el cuarto set y el inicio del quinto, Djokovic escribió un parcial de 11-3. El serbio tuvo una ventaja de 5-2 a su favor en la última manga, y volvió a dejar revivir a su rival. Con 5-5, cuando el encuentro ya se había ganado un hueco entre los mejores de la historia reciente del Open de Australia, Murray tuvo tres bolas de break. Djokovic, más ganador y fiable, encaró con valentía el desafío, de la misma forma como levantó aquella semifinal casi perdida contra Federer en el US Open.

Guiño a Rod Laver

«No tengo palabras para describir lo que pasó, el resultado lo dice todo. Físicamente fue agotador pero también muy duro emocionalmente», resumió Djokovic, que lanzó un guiño a Rod Laver, la gran leyenda del tenis australiano y mundial, que veía el duelo desde el palco. «Tuve el honor de encontrarme hoy -por ayer- con el señor Laver. Gracias por quedarse hasta tan tarde, señor. Y perdón por no haber hecho más puntos de saque y red. Estamos tratando de trabajar en ello», bromeó.