La eterna pesadilla de Xisco

Pedro José Barreiros Pereira
p. barreiros A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

22 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Xisco no sale a flote. Visiblemente contrariado, al borde del llanto, el delantero se retiró del entrenamiento de ayer con molestias en el cuádriceps de su pierna derecha, las mismas que le habían impedido iniciar con normalidad la pasada semana de entrenamientos y que, con toda probabilidad, lo privaron de entrar en la convocatoria para jugar en Elche. Hoy o mañana se someterá a pruebas médicas.

El viacrucis de Xisco comenzó en enero pasado. Llegó como refuerzo invernal, pero en toda la segunda vuelta apenas jugó nueve partidos. En esta campaña, de nuevo en préstamo, sus cifras se vuelven paupérrimas. Apenas ha aparecido en 67 minutos en sustitución de Riki en el segundo partido de Liga, en casa contra el Hércules el 4 de septiembre. No ha vuelto a jugar desde entonces.

Nadie entiende los problemas del delantero, que mantiene perplejos a los médicos y enfadado al entrenador. A los 25 años disfruta de la última temporada de aquel contrato de su vida que firmó en el 2008, cuando fichó por el Newcastle multiplicando su ficha por diez, pero apenas ha jugado en Inglaterra. Desde que abandonó Riazor solo se volvió a sentir futbolista en la temporada 2009-10, cedido en el Santander. En 23 partidos anotó tres tantos, pero nunca fue titular.

En su tercera etapa en A Coruña se observa a un delantero más musculado y con muchos más problemas físicos que aquel que se marchó. Ambos casos podrían responder a las repetidas sesiones de gimnasio que ha afrontado desde su adiós y a la escasa presencia en la competición. Oltra, que bebía los vientos por un goleador, aceptó a Xisco como complemento a la movilidad de Riki y Lassad, pero se ha topado con un nuevo problema. Su primer encontronazo fue en Barcelona, el 11 de septiembre, cuando el mallorquín ocupó el banquillo lesionado. Se habló de las complicaciones de un golpe, pero el 10 de octubre se informó de una rotura de fibras en psoas, por la que fue baja un mes. Hasta que el cuádriceps se ha convertido en su nueva pesadilla.