Una dolencia difícil de diagnósticar de inicio

La Voz

DEPORTES

25 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Tres son los motivos principales por los que se origina una fractura de estrés, «fracturas que inicialmente no son completas y no se ven en radiografías simples», comenta el traumatólogo David López Capapé, uno de los médicos de cabecera de los atletas españoles.

López Capapé sitúa el volumen (excesivo) de entrenamiento como la primera causa de la fractura de estrés, pero también habla de factores genéticos o anatómicos como segunda opción (el fémur de Pedro Nimo es un claro ejemplo), dejando como tercera vía la amenorrea en el caso de las mujeres corredoras, ya que provoca un menor depósito de calcio en los huesos.

En su análisis, parte de la base de que «el hueso es una estructura viva, que sufre cargas y se va recuperando del trabajo diario», pero llega un momento que esta recuperación no resulta efectiva, lo que induce a la lesión en cuestión. «Ocurren -se refiere al origen de la factura de estrés- por micro traumatismos producidos repetidamente por los entrenamientos y competiciones cuando el cuerpo no es capaz de reparar entre unos y otros esas micro lesiones».

Capapé considera que tienen muy mala fama, una etiqueta que viene generada porque «si no hay una alta sospecha diagnóstica pasa mucho tiempo hasta que se confirma». Habitualmente este tipo de lesiones se descubren muy tarde.

Las localizaciones más comunes de la dolencia de moda son el pie (metatarsianos centrales, los escafoides y el calcáneo), la pierna (casi siempre la tibia y en algunas ocasiones el peroné), la región inguinal (el cuello del fémur) y la pelvis (destacando que cada vez se diagnostican más lesiones en el sacro y en el pubis).

El tratamiento, que pasa por la base del reposo, depende en gran medida del momento en que se comience a tratar la lesión. «Las fractura cogidas pronto por lo general solo necesitan reposo; en fracturas más evolucionadas puede ser necesaria la inmovilización o la descargar con muletas y en las zonas de alto riesgo, como el cuello femoral, pueden necesitar incluso cirugía», concluye.