El juez herido estará dos meses convaleciente

DEPORTES

07 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

a coruña | Alberto Sánchez fue otro de los damnificados por el fuerte oleaje en la regata de traineras de A Coruña. A sus 64 años, era el presidente del jurado de la organización de la prueba, y fue él quien decidió suspenderla. Lo hizo desde una camilla de la Cruz Roja y con un collarín tras golpearse la columna en la propia zodiac cuando se dirigía a rescatar a los miembros de Chapela. «Fueron cuatro o cinco saltos de ola terribles, y caí de espalda. El dolor fue muy intenso y ya entonces coloqué la espalda recta... fui socorrista y sabía lo que debía hacer», recuerda desde su casa de Seixade, cerca de Sada. Allí le espera una convalencencia en cama de quince días, «y otros quince entre el sofá y una silla de ruedas». Después, otro mes de muletas y adiós a la temporada de traineras, disciplina en la que lleva colaborando desde las más diversas labores de juez. Participó como árbitro auxiliar en los Juegos Olímpicos de Barcelona y en el Campeonato del Mundo de 1991. Pese a su delicado estado de salud, Alberto Sánchez, prejubilado, se puso ayer en contacto con la directiva de Chapela. «Les pregunté por el estado de los remeros y lamenté lo sucedido, pero yo no pude hacer más», comenta Sánchez, que insiste en una sentencia: «En el deporte de la trainera, por encima de todo está la seguridad de los remeros, eso es sagrado».

Recuerda con escalofrío su trayecto sobre la zodiac de la Cruz Roja. «Aguanté cuatro o cinco saltos de ola en cuclillas y con las rodillas en el piso de la embarcación... Hay que estar allí, decirlo es muy fácil. Pero todos se portaron estupendamente, desde los que iban conmigo en la embarcación hasta los miembros de Protección Civil y la Guardia Civil, reaccionaron de maravilla, igual que las zodiacs del resto de los equipos», señala Alberto, quien presenta un tobillo hinchado por las acometidas de las olas. «Salimos a toda leche hacia los remeros que estaban en el agua, fue una lástima. La embarcación de Chapela se arrimó a aquella zona para cambiarse los chándales, entonces la primera ola los llevó a tierra y la segunda los tronzó, pudo haber ocurrido una tragedia pero casi celebro haberme llevado yo la peor parte», añade Sánchez, que ahora espera los cuidados de su mujer, su cuñada y los muchos amigos que ya han acudido a visitarle, entre ellos los vinculados al mundo del remo, actividad en la que desempeñó múltiples roles: «Yo hice de todo, canté ciabogas, trabajé en la comisión de control, vigilé llegadas, cronometrador y control de fichas», señala este coruñés con residencia en Sada desde hace tres años. Para él se acabó la temporada, pero lo lleva con resignación y humor. «Celebro haberme llevado la peor parte», repite.