El «Gallego» pide ayuda desde Argentina al Celta y al Deportivo

Arturo Lezcano González CORRESPONSAL | BUENOS AIRES

DEPORTES

FOTOS. A. L.

El Español, el club de la colectividad gallega de Buenos Aires, propone a los dos grandes de Galicia que lo hagan su filial a cambio de sanear una deuda de 2 millones

11 mar 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

«Cando cheguei aquí isto era un baldío. Agora, lamentablemente, volve selo». Mario Rodríguez Sanmartín mira a su alrededor y, efectivamente, ve un solar. O más bien un páramo rodeado de unas gradas que un día fueron imponentes y ahora son sólo un soporte de lujo para enredaderas y plantas. En el terreno de juego, la hierba y los matojos llegan a la rodilla mientras un caballo galopa por el centro del campo, como símbolo bizarro de la dejadez. Se trata del estadio del Deportivo Español, el club de la colectividad gallega y española en Argentina. Fundado por emigrantes en 1956 como aglutinador de la diáspora y destinado a su esparcimiento, creó una sección de fútbol profesional que se convirtió en ejemplo por la rapidez con la que llegó a Primera División. Tras vivir épocas de gloria en los años ochenta, cuando alcanzó dos subcampeonatos, se derrumbó con tanta facilidad como trepó a la élite. Hace una década, tras la salida del club del controvertido presidente Francisco Ríos Seoane, la entidad entró en quiebra. Y desde 2003 tiene el estadio y todas las instalaciones clausuradas. Club Social Al Español no le queda ni el nombre. Desde que el juez lo intervino, la entidad sobrevive en Primera B (equivalente de la Segunda B española) con el nombre de Club Social Deportivo Cultural Español. Ahora, en manos de los acreedores y a punto de decidirse si las instalaciones salen a subasta o se las queda la corporación que hizo la mejor oferta en su día, los actuales dirigentes lanzan un SOS: «Todo isto fíxose a pulmón. Cada galego aportaba algo, ladrillos, un saco de cemento, as súas propias mans, e agora mira isto, dá pena. Por iso eu pregaríalles aos meus paisanos que nos axudasen para que volva ser noso», reclama el presidente del club, Rodríguez Sanmartín, aguantando las lágrimas. A la gente del Español le sobran ideas, pero les falta el dinero para afrontar una deuda irrisoria para los parámetros que se manejan en Europa. Con algo más de dos millones de euros, estaría saneado y podría disfrutar de sus instalaciones, que ocupan nada menos que catorce hectáreas en el sur de la capital federal. Por eso le proponen al Dépor y al Celta que inviertan ese dinero en hacer del Español un filial del que se puedan sacar futbolistas para la Liga. «Argentina es la cantera del mundo, aquí es mucho más barato sacar jugadores. Si nosotros ponemos un cartel en la puerta diciendo que se prueban futbolistas para jugar en España, la cola sería difícil de parar», concluye Carlos Andújar, jefe de prensa del club, vestido con un chándal del Dépor. Oriundo de Camariñas, vive por y para el Español. En el estadio donde ahora pasta un caballo, Andújar vio hacer gambetas a Bochini, a Caniggia, a Francescoli, en aquellos partidos en los que River y Boca se afanaban por arrancar algún punto en el feudo del Gallego, como se le conoce al club, que viste igual que la selección española y del que salieron jugadores como Catalano, Basavilbasso o Campagnuolo. Ahora mira hacia la grada vacía y también tira de pañuelo. Y sigue cavilando: «Con diez céntimos de euro de cada entrada vendida en un club de España se podría sanear el club en menos de una temporada». Aunque no son partidarios de que actores ajenos a la colectividad se cuelen en el club, ahora piensan en cómo atraer inversores de cualquier manera. Lo dice el presidente: «Dispoñemos de catorce hectáreas en pleno Bos Aires. Sóbranos espazo. Se algunha constructora quere invertir, podemos compartir o terreo e facer negocio». El predio de Español es un bocado apetecible para muchos. El propio Mauricio Macri, empresario y presidente de Boca, quiso comprarlo para construir ahí la Nueva Bombonera. El juez no lo permitió. Instalaciones abandonadas Visitar el estadio de Español, con capacidad para 32.000 personas, es como recorrer una casa abandonada. No sólo por las gradas y el campo, sino por los vestuarios. En los oscuros pasillos se puede ver un jacuzzi comido por el moho, una nevera desvencijada en la caseta, piscinas vacías, canchas de paddle y varios campos de entrenamiento abandonados. Al Español le duele el agravio comparativo que se cometió entre ellos y Racing. El club de Avellaneda entró en quiebra al mismo tiempo con una deuda que cuadriplicaba la del Gallego, pero se salvó. «Al Racing le apoyaron políticamente para que los jueces le permitieran a una empresa ejercer un gerenciamiento, y ahí están, mientras nosotros seguimos así», dice Andújar. Afirman que también influyó que entre la colectividad siempre tuvieron más tirón clubes más tradicionales, como Independiente y San Lorenzo. Aún así no pierden la esperanza: «Hay que seguir luchando. Seguro que alguien se apiadará de nosotros, de esos galleguitos que le llevan poniendo tanto tiempo el pecho a las balas. Dios no puede ser tan injusto», se lamenta Andújar.