Ni falta que hace, bye bye...

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

El guion de «Nunca digas su nombre» es un despropósito y hasta sale Faye Dunaway con una pinta que realmente sí mete miedo

22 may 2017 . Actualizado a las 08:09 h.

El nombre es The Bye Bye Man -el título original del filme-, algo así como una parca oscura y tomada en penumbra, que al parecer provoca erizamiento piloso a los protagonistas, mientras en la sala pasas de la indiferencia al mosqueo, más tarde al bramido y finalmente a un irrefrenable deseo de romper la butaca. Pero mantengamos la calma y vayamos al grano. Tiene su público y Hollywood lo sabe, lo que equivale a engrasar la cadena alimentaria de la pitanza. Si la parroquia teenager todavía sigue creyendo en casas tomadas por malignos insaciables y sigue habiendo estudiantes gilis que las habitan a sabiendas de lo que les espera, pues allá todos los que pagan por ver estos truños, quienes los escriben, los producen y, claro, sus directores. La tal Stacy Title, de apariencia resultona para chupar plano, ostenta una filmografía -cuatro largos, una tvmovie y un corto- que provocaría cólicos a señores como Carpenter, Craven y alguno más que en tiempos tocaron en escenarios parecidos, aunque con vergüenza torera, pese a la truculencia del slasher.

Rebobinemos y seamos democráticos, asumamos que las pantallas tienen derecho a acoger desde obras maestras a pestiños, pasando por trascendencias onanistas, merengonadas y otros varios. Cierto que a nadie obligan a ver Nunca digas su nombre. Va y paga quien le da la gana. Si lo normal es que esta cosa se vaya directo al home cinema o a las descargas a1 euro, por alguna razón económica accede a las salas y no queda otra que comérsela con patatas. Exceptuando la espeluznante escena inicial, que transcurre décadas atrás -incluso bien rodada, hasta abrigar ciertas esperanzas sobre lo inmediato a ver-, pero cuando la trama nos lleva a la actualidad y a tres jovenzuelos, con las hormonas más revolucionadas que el motor de un Airbus A380, a los que el campus les queda pequeño y alquilan una casa para… ya saben. Uno de ellos -pero ¿de dónde sacan a estos mastuerzos?- incluso invita a un pariente para que la vea. El guion es un despropósito y hasta sale Faye Dunaway con una pinta que realmente sí mete miedo…