Beethoven, herencia de la humanidad

Antón de santiago

CULTURA

EDUARDO PEREZ

Aclamaciones y bravos en la celebración de los 25 años de la Orquesta Sinfónica de Galicia

22 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El escueto número de sinfonías de Beethoven abrió un camino irreversible para la música: el romanticismo. Shopenhauer dijo que eran «esencia de la música» y el allegreto de la 7.ª le inducía a pensar que este mundo «no solo está lleno de miserias». Plausible, pues, celebrar el primer cuarto de siglo de la Orquesta Sinfónica de Galicia con un Festival Beethoven. Gran reto para sus profesores, solistas incluidos. Estuvieron a la altura en calidad y entrega para atender la lectura de su titular Dima Slobodeniouk, llena de energía, ritmo, exaltación, sentimientos líricos, bucólicos, elegíacos. Carácter. El de Beethoven.

Las nueve sinfonías son una cordillera con cinco cimas. La Heróica muestra la épica de un héroe y la sentida elegía. La quinta es la «llamada del destino». La Pastoral es ameno y vizoso valle, homenaje a la naturaleza. La séptima asciende más abanderando la energía, lo dionisíaco en sus danzas finales y remanso excelso en el allegretto. Mientras, Ludwig, entre padecimientos, iba fraguando la novena.

Los mejores sentimientos de Beethoven (1770-1827) aparecen en su última sinfonía y ya están suscritos en el famoso testamento de Heiligenstadt de 1802. Confía a sus hermanos y al mundo que no se suicidó porque el arte y solo él lo ha salvado: «Viven en mí el deseo de hacer el bien y el amor a la humanidad».

El broche del festival fue la Sinfonía n. 9, en re menor, op. 125 Coral. Y dejó en la cumbre el esfuerzo y la ofrenda festiva. Se inicia con un fornido allegro, de carácter maestoso, servido con el vigor exigido; alegre y juguetón y también irónico es el segundo, scherzo, que elevó aún más la temperatura; el adagio detiene el impulso para ser reflexivo, hermoso hasta lo sublime y lo abordaron con respeto, con introspección y resultado sonoro conmovedor; y ya el deseo del «sordo genial» de cantar con alegría a la humanidad: formidable entrada de chelos y contrabajos en el recitativo que precede a la voz del bajo, y los versos que llaman a la fraternidad. En palabras de Edward W. Said «es herencia de la humanidad».

Correctos los solistas Arteta, Baumont, Peña y Ramón, este eficaz en su entrada; brillante el coro y excelente la orquesta. Hubo aclamaciones y bravos, que recibieron todos y, con toda justicia, Joan Company y Dima Slobodeniouk.