Albert Serra: «Solo yo hago cine de autor en España»

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

URS FLUEELER | EFE

Serra llega a Santiago con su último filme, elogiado en Cannes y que lo hizo merecedor del premio Jean Vigo

03 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El genio del realizador Albert Serra (Banyoles, 1975) eclosionó en Francia. Cannes lo mima, el centro Pompidou trata su obra como referente del arte contemporáneo y le han concedido el galardón Jean Vigo, que reconoce originalidad e independencia de un autor joven y que rara vez se otorga a un no francés. Mezcla de provocación, ego, irreverencia y exhibicionismo, el personaje de Serra acompaña perfectamente su visión audaz del séptimo arte y su papel de enfant terrible del cine español. Hoy está en Santiago en Numax, donde ofrecerá un taller (11.30 horas) sobre su último y aclamado filme, La muerte de Luis XIV, a cuyo pase (19.40) también asistirá.

-Le quieren más en Francia...

-Tanto la crítica como el público. Aprecian más el cine de autor. Cuanto más seria es la propuesta parece que es obligatorio que más te aprecien allí y menos aquí. El público español podría tener ganas potenciales de amar este cine, de enriquecerse con él. Pero como no tiene canales de acceso, al final este público no existe. Y esto es lo terrible.

-¿Dónde está la carencia?

-Francia siempre se ha caracterizado por tener una política muy proteccionista. Y, quieras o no, obligar a la gente a ver cierto cine tiene sus resultados. Sin embargo, en España esto sería catastrófico: el proteccionismo con lo local no sirve de nada porque no hay nada interesante. Al menos se podría incidir más en el cine europeo, el cine de autor...

-Vamos, tiene que doler un poco.

-Que no quieren ver cine de autor, pues se les obliga y punto. Los padres harían un bien a sus hijos, obligándolos. La gente que conozco en Francia educa a sus hijos de 15 o 16 años en este tipo de cine. Es bueno para ellos.

-¿Habla de educación?

-Hablo de todas las edades. Pero la gente joven además está más limitada, sigue más las modas de Internet. Y este cine les haría descubrir un mundo diferente.

-¿Dónde busca sus referencias?

-En mi propio universo. Y en autores afines. Pero a nivel temático, no necesito guías. Tengo mi imaginario, que a veces ni viene del cine, bebe más de la música, la literatura, mi vida, mis amigos...

-Y el gusto por el tema histórico...

-Lo relacionado con el vestuario y la decoración me parece muy divertido. Todo se vuelve más loco en el rodaje. Estar hablando de una cosa muy lejana provoca un extrañamiento, y esto me interesa porque los actores trabajan de un modo salvaje, muy crudo. Estar dentro de una ficción que no remite más que a sí misma ayuda a que se salgan, a separarlos el máximo posible de su propia cotidianidad.

-¿El rigor histórico importa algo?

-Solo hasta el punto de que su falta no moleste, no destruya la ilusión artística. Ese límite no se puede traspasar. Pero el arte nació para mejorar la historia. La historia no está nunca fija porque no la podemos revivir tal como fue. Siempre serán aproximaciones. Y la aproximación artística es una más, igual de legítima que cualquier otra, e igual de científica en cierto sentido.

-Si tuviera que elegir a un cineasta español, quizá Buñuel...

-Hombre, claro.

-¿Hoy ve a alguien interesante?

-No. Y mire que soy bastante generoso. Yo no me intereso nada a mí mismo. Pero si tengo que escoger entre yo y cualquier otro español, me quedo conmigo.

-¿Qué tipo de cineasta es usted?

-Un cineasta al que atrae siempre enfrentar un desafío formal nuevo en cada filme. Soy como un investigador de pequeñas novedades en la forma. Podría venir de lugares más lógicos como el arte contemporáneo, pero... Hay una inquietud por la forma y al mismo tiempo una despreocupación.

-¿Su búsqueda es el lenguaje?

-Yo estoy lo suficientemente loco para que mis películas tengan este interés de la vida que hay detrás. Me viene de natural. Por eso me fuerzo al lado formal.

-Y narrar, ¿le preocupa?

-No. Son solo puntos de partida.

-¿Por qué trabaja con actores no profesionales, con gente común?

-Me gustan como personas.

-Pero, ¿la técnica, la formación en un actor tendrán algún valor?

-No sirve para nada en la calidad final de la película. Absolutamente para nada. La influencia de la técnica de un actor en la calidad final es mínima, cero, nula.

-Para usted, ¿hacer cine de autor es una exigencia?

-Claro. Es la única. Es mi dueña y señora, estoy sometido a ella.

-¿Qué entiende por cine de autor?

-Cine que pone precisamente la búsqueda formal por encima de todo criterio. Hay otros que pueden ser importantes, pero nunca el principal. Y ante cualquier decisión por mínima que sea, en el montaje, el rodaje, el casting, siempre debe primar por encima de otra consideración, la consideración estética y formal. Cuando alguien renuncia, aunque sea una sola vez, en el proceso de fabricación del filme, a tener como guía principal este criterio, ya no está haciendo cine de autor. Somos pocos los que lo practicamos, y en España yo soy el único. O al menos el único que lo practica y que el resultado es bueno, incluso excelente a veces.

-Me cuesta visualizar esa autoría inmaculada. Un ejemplo...

-Warhol, ¿no le gusta Warhol?

-Prefiero a Dreyer.

-Yo prefiero a Warhol porque a mí me influencia más y me interesa más para hacer mi obra, que es lo único que importa.

-Hablamos de una visión pop, del posmodernismo, ¿de qué?

-No. En la metodología de Warhol hallo cosas que aprender. No por otra razón. Dreyer ha hecho obras maestras, y no creo que Warhol haya hecho ninguna.

-No me diga que usted nunca se vio obligado a renunciar a nada.

-No. Nunca, jamás. Si no, ya no sería un artista. Dejo todas las renuncias para la promoción.

-Pero el cine está muy condicionado por la cuestión económica...

-Nunca, jamás, ni una sola vez en la fabricación de una película he tomado una decisión que no atendiera a criterios artísticos.

-Menos le condicionará entonces lo que piense el espectador.

-Mucho menos. Sí trato de colocarme fuera de mi punto de vista, en el de otra gente, para mejorar la película cuando la fabrico. Pero no precisamente en el punto de vista del espectador común.

-¿No le preocupa seducirlo?

-No. Al espectador cuanta más cosa coherente le das, a la larga, lo aprecia más. Cuanto más tiempo pasa, juega a favor de la calidad, más la gente aprecia las cosas por su valor estético. ¿Y qué aparece en las enciclopedias? No sale el tío que vendía más entradas, salen los que aportaron algo.

-En su filosofía, ¿le queda algún papel al cine comercial?

-Ninguno. Tendría que desaparecer. Si de mí dependiera lo haría desaparecer. Habría que eliminarlo. Es que hace mucho daño.

«La influencia de la técnica de un actor profesional en la calidad final del filme es mínima, cero»

«El cine comercial tendría que desaparecer. Si de mí dependiera lo haría desaparecer»

«La gente está hoy demasiado pendiente del éxito. Y es triste»

Serra es incorruptible. Él no se dobla. Rechazaría incluso rodar un James Bond o el nuevo Star Wars, aunque la cantidad cobrada le garantizase su independencia artística de por vida. «No hay nada que garantice eso -corrige-. Solo tu independencia presente simultánea y sucesiva garantiza tu independencia futura».

-Es una carrera de fondo.

-Si te mueres después de haber hecho Star Wars, ¿qué? Te vas contento, ¿no? A mí no me venga con el futuro, yo soy hombre de presente. Esto no va así. Y por eso los que lo hacen te engañan, se engañan y engañan a todo el mundo. Y por la razón más antigua y más vil de todas: ¡el dinero!

-¿El cine es la verdad de su vida?

-Integridad. Tampoco hay que ponerle mucho énfasis. Es algo que se vive de forma espontánea. No es que esté obsesionado, que sea como un general del ejército.

-¿No es usted un tipo cabreado?

-[Ríe con ganas] Al contrario, pero a los del falso cine de autor sí que hay que fustigarlos duramente porque al final estos directores convencen al Estado y a todos de que ellos son el verdadero cine de autor. Y, hay que decirlo, son el falso cine de autor. Haría desaparecer antes el falso cine de autor que el comercial.

-¿Pero hay tanto falsario?

-Todos lo que no son yo lo son. A lo mejor exagero un poco y pueden salvarse uno, dos o tres.

-Hay nombres casi indiscutibles en la autoría: Guerin, Erice...

-Sí los hay que son buena gente, y tal, pero no representan un cine de autor verdadero. Autor implica ejercicio formal, sí, pero al mismo tiempo, ¡hostia!, un imaginario propio, ¿no? ¡Algún tipo de originalidad! La gente está hoy demasiado pendiente del éxito. Y es triste. Están más pensado en la próxima película que van a hacer que en la que están haciendo.

-Usted nunca piensa en la película siguiente en esos términos.

-Ni en esos ni en ningún otro. Yo ni siquiera decido mis proyectos solo, dejo que decida gente que trabaja conmigo. No tengo deseo propio en este sentido. Son solo puntos de partida. A mí lo que me interesa es desarrollarlos. No voy a elegir una cosa que me desagrade profundamente, pero el desafío está en otra parte. Hay directores que son muy sentimentales con los temas de sus películas, les tienen mucho apego. Y yo les tengo un poco de manía. No soy nada sentimental. No se vence a los malos con sentimentalismo.

-No parece usted sentimental.

-No. Aunque sí hay una cosa que me hace llorar. Soy sentimental cuando veo integridad artística en la gente. Esto me hace llorar.

-¿Cuál fue la última vez?

-Buena pregunta. Ahora lo pienso y le digo después.