Antonio Colinas, ganador del 25.º Reina Sofía, traza en «Lumbres» su geografía poética y vital

M. L. MADRID / COLPISA

CULTURA

FUCO REI

La fidelidad a su voz «más íntima y profunda» es la piedra de toque sobre la que ha construido su obra poética

26 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La fidelidad a su voz «más íntima y profunda» es la piedra de toque sobre la que Antonio Colinas (La Bañeza, 1946) ha construido su obra poética. Durante más de medio siglo, y en el millar largo de páginas que suman sus poemarios, se ha mantenido leal a esa honda voz interior que ahora concentra en Lumbres, antología con la que traza su «geografía poética y vital». Destila en ella los poemas que le hicieron acreedor al 25.º premio Reina Sofía de poesía iberoamericana, el Cervantes lírico, que el bardo leonés recogió ayer de manos de doña Sofía en el palacio Real de Madrid. «Dylan no encaja en mi idea del Nobel de Literatura», asume el vate nacido como «novísimo heterodoxo» y devenido en clásico, en cuya obra conviven ecos de la tradición grecolatina con los de las filosofías orientales junto a Hölderin o Rilke y para quien la decisión sueca fue toda una sorpresa. «Dicen que es un poeta, pero los mayores no concebimos el Nobel bajo esta óptica. El caso de Dylan nos rompe los esquemas porque pensamos en obras contundentes», sostiene Colinas evocando a ganadores como Camus, Faulkner, Papini o Juan Ramón Jiménez.