Richard Ford: «Las novelas son para escribir cosas que no sabías antes de empezarlas»

raúl álvarez OVIEDO / E. LA VOZ

CULTURA

ELOY ALONSO | Reuters

El premio Princesa de Asturias de las Letras se ha convertido en el gran cronista de la sociedad norteamericana

19 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Para sus lectores, es difícil no asociar a Richard Ford (1944) con la ficticia ciudad de Haddam, en Nueva Jersey, donde el periodista deportivo, agente inmobiliario y perplejo observador del mundo Frank Bascombe ha protagonizado tres novelas y cuatro relatos. Pero el ganador del Princesa de Asturias de las Letras nació más al sur, en Jackson, la capital de Misisipi, y ha dado suficientes vueltas por su país como para merecer su descripción como «gran cronista del mosaico de historias cruzadas que es la sociedad norteamericana», según el fallo del jurado.

-Ha vivido en varios lugares de su país. ¿Definen esas mudanzas su posición como escritor de una manera que no es posible en los países europeos, más pequeños?

-No es fácil hacer comparaciones entre los paisajes de Estados Unidos y Europa. En Europa hay diferentes idiomas, historias diferentes y distancias más pequeñas. En Estados Unidos, un idioma, un gobierno y una historia, aunque discutida. Si algo dejó una impresión en mí al mudarme por los Estados Unidos como una vez hice, fue su inesperada uniformidad. Como sureño, eso me vino bien, dado que la gente del sur piensa, de manera completamente equivocada, que tiene una cultura diferenciada. La invariabilidad, más o menos, de la vida estadounidense en todo el continente ha hecho que mi experiencia regional se asocie con lugares alejados del sitio donde nací y me ha permitido sentirme parte de esa vida y ser capaz de escribir sobre ella.

-Haddam parece real, pero ¿es un precipitado de todas esas experiencias o un lugar del que piensa de verdad que solo podría existir en Nueva Jersey?

-Las dos cosas. Desde luego que es un precipitado, pero también podría existir con mucha facilidad. Es más, bajo otro nombre más reconocible sí que existe.

-Pero usted no parece solo un escritor urbano. Ha mostrado otros paisajes en «Un trozo de mi corazón», «Rock Springs» o «Canadá». ¿Se cuela ese amor por la naturaleza en su escritura?

-Me gustaría no ser tan fácil de clasificar, o de descartar, como un escritor de espacios abiertos, un escritor de la vida en los suburbios, un escritor urbano, sureño, del Oeste o de Nueva Inglaterra. Quisiera ser un buen escritor, capaz de reaccionar ante cualquier forma o lugar de los que surja el material. Al menos dos grandes fuerzas se apoderan de casi todas las personas que se dedican a lo mismo que yo: encontrar la manera de hacer lo que mejor se le da a uno y encontrar la manera de ensanchar lo que uno ya sabe que se le da mejor. Yo he hecho un gran esfuerzo para no identificar qué se me da mejor, porque me da miedo que eso pese en exceso a la hora de elegir sobre qué escribiré la próxima vez.

-¿Qué le llevó a seguir con Frank Bascombe después de «El periodista deportivo»? ¿Es el portavoz de sus opiniones sobre estos treinta años de la vida en Estados Unidos?

-No soy consciente de tener opiniones; si las tuviera, usar el mecanismo de una novela para meter esas opiniones condenaría casi con toda seguridad esa novela al aburrimiento. Las novelas son para escribir cosas que no sabías antes de empezar a escribir y, al menos para mí, no son para expresar las cosas que creo o postulo. En ese aspecto, todas las novelas son experimentales y de una provisionalidad extremada. Seguí con Frank porque su personaje me permitía escribir algo que es grave y divertido al mismo tiempo y porque ese personaje podía albergar todo el variado material en bruto que siempre andaba acumulando en mis cuadernos de apuntes. Un escritor se esfuerza por meter en un libro todas sus reflexiones y por hacerlo de una manera que le haga feliz. Frank me permitía esa felicidad.

-Ya que hablamos de periodismo deportivo, en España se considera con frecuencia que es un género de segunda. ¿Cuál fue su experiencia cuando lo practicó?

-En Estados Unidos, el periodismo deportivo ha tenido escritores de inmensa capacidad que lo han practicado con los años, autores han elevado su consideración: W. C. Heinz, A. J. Liebling, Roger Angell. Incluso John Updike. En América, la vocación de escritor de deportes tiene una reputación muy buena. Puede alcanzar, y lo hace periódicamente, lo que cualquiera admitiría como calidad literaria. Yo mismo me adentré en él con conocimiento de ese hecho. Cuando era periodista deportivo, nunca pensé que estuviera visitando los barrios bajos de la escritura. Volqué en ello todos mis gustos y predilecciones literarias.